Los hermanos Hernández, talabarteros de corazón

ZACATECAS.- Mientras su padre cumplía condena en prisión, aprendió el oficio de talabartero y cuando obtuvo su libertad una de las primeras acciones que hizo, fue traspasar estos conocimientos a sus tres hijos quienes se dedicaron a elaborar estas finas artesanías. Actualmente, dos de ellos de nombre José María y Oscar Hernández Juárez, tienen su … Leer más

ZACATECAS.- Mientras su padre cumplía condena en prisión, aprendió el oficio de talabartero y cuando obtuvo su libertad una de las primeras acciones que hizo, fue traspasar estos conocimientos a sus tres hijos quienes se dedicaron a elaborar estas finas artesanías.

Actualmente, dos de ellos de nombre José María y Oscar Hernández Juárez, tienen su negocio en la avenida Cinco Señores de esta capital, al cual nombraron Talabartería La Cueva, ubicada casi frente al parque de béisbol Zacatecas.

Orgullosamente de la colonia González Ortega de Sombrerete, llegaron a la capital en el 2008, luego de que su padre don René Hernández, salió en libertad tras cumplir condena en un centro penitenciario donde aprovechó el tiempo para convertirse en un talabartero profesional y de tiempo completo.

Chema de 23 años, desde los 14 se dedica a elaborar artesanalmente toda la indumentaria que conforma la talabartería y en este tiempo ha ganado certámenes nacionales, siendo el último el año pasado en la Ciudad de México, representado a Zacatecas donde quedó campeón en su categoría.

Por su parte su hermano menor, Oscar de 18 años, también desde los 14 siguió los pasos de su padre y de sus hermanos René, el mayor de los tres quien aunque sabe del oficio, no se dedica 100 por ciento a ejercerlo y de José María, convirtiéndose ya en un artesano que quiere seguir aprendiendo.

A ellos, en su negocio les ayuda Gilberto García, también de 23 años, quien se ha ganado un lugar en la familia por su empeño en la elaboración de estos artículos hechos con cuero de res y algunas pieles exóticas.

Chema, Oscar y Gil, tienen en común que abandonaron sus estudios para dedicarse de tiempo completo a la talabartería, trabajo en el que se han consolidado entre quienes gustan de estas artesanías hechas a mano.

Los tres trabajan sobre pedido, elaborando verdaderas joyas de esta tradición mexicana, de la que se ha reducido el número de talabarteros en los últimos años según coincidieron.

No obstante, ellos día a día ponen todas sus ganas y son parte fundamental de preservar esta práctica que es parte de la identidad mexicana y lo hacen a través de sus creaciones que van desde cintos piteados, fundas, carteras, bolsas para mujer, chaparreras entre muchas otras piezas.

Para la sillas de montar saben elaborar látigos, contra látigos, cinchos, enreatados, bastos, asientos y cantinas.

“Esto está más cabrón que la escuela, aquí uno no deja de aprender cosas diario y diario la riega uno, yo fui muy sonso para la escuela pero ser talabartero no lo cambio por nada en la vida”, comento José María.

Agregó que lo que más le gusta de su oficio, es la elaboración de cinturones, pieza en la que se quiere especializar para en un futuro hacer sus propios diseños y comercializarlos desde una marca registrada. 

A ellos se les puede encontrar en su negocio de lunes a sábado con un horario de 9 de la mañana a 7 de la tarde; cierran de 3 a 4 en la hora de comida.

Imagen Zacatecas – Carlos Montoya