El ocaso, un bello regalo de nuestro cielo

Un atardecer nos puede traer recuerdos de lo que hemos vivido o hemos superado. | Foto: Carlos Montoya.
Un atardecer nos puede traer recuerdos de lo que hemos vivido o hemos superado. | Foto: Carlos Montoya.

Vale la pena dedicar un pequeño momento de su día en admirar el cielo rojo.

ZACATECAS.- A menudo pasamos los días sin mirar al cielo, pero cuando nos damos la oportunidad de mirar el sol cuando muere el día y es que el atardecer es el momento del cuando muchos de nosotros reflexionamos.

Quienes dedican un pequeño momento de su día en admirar el cielo que se desangra en luces rojas y anaranjadas, pueden meditar un poco sobre su vida, haciendo un breve repaso mental de cómo ha ido la jornada.

Y como zacatecanos somos muy afortunas y poca gente valora el cielo que le envuelve día a día, con sus nubarrones que pintan un azul distinto a otros cielos y que asimismo hacen que los crepúsculos sean únicos.

No cabe duda que los atardeceres de la capital son de los más bonitos, pues al caer el sol las postales salen a la luz, y a través de las luces, la naturaleza se ve renovada y frente la cámara, se luce.

Los cerros, el cielo o la arquitectura de la ciudad, vista de cerca o de lejos, y se vuelve protagonista la naturaleza, ante la luz del ocaso nos podemos maravillar del espacio que ya conocemos al verlo con luz tenue.

Ante la luz del ocaso nos podemos maravillar del espacio que ya conocemos al verlo con luz tenue.| Foro: Carlos Montoya.

Un cambio de luz y una nueva visión

Si uno está afuera y mira su espacio antes del anochecer, desde diferentes puntos, y se pueden contemplar bastos paisajes que engalanan el entorno natural.

En la salida a Fresnillo, desde las inmediaciones de la mina El Bote, el tren pasa bajo los cerros que se alcanzan a asomar desde el municipio de Morelos bajo un cielo azul momentos antes de que llegue la noche.

Un simple tanque elevado y al fondo el sol ocultándose tras las nubes ofrece un paisaje sin igual; el momento se presta ahora que para relajarse y de paso para quitarse el estrés.

El atardecer nos deja contemplar bastos paisajes que engalanan el entorno natural.| Foto: Carlos Montoya

El parque eólico a esta hora del día, también es digno de una postal, y cuando el cielo se vuelve rojizo el espectáculo de colores deleita a las pupilas de quienes gustan observar caer el atardecer.

Por su parte, el cerro de la Bufa con su imponente crestón no puede faltar si de bellezas de atardeceres se trata, pues desde ahí, en las alturas, la iluminación se conjuga con el ocaso del sol ofreciendo un bello paisaje.

Cuando el cielo se vuelve rojizo el espectáculo de colores deleita a las pupilas. | Foto: Carlos Montoya

Cada día un reflejo de nosotros

Un atardecer nos puede traer recuerdos de lo que hemos vivido o hemos superado y así descubrimos lo que hemos aprendido con el paso del tiempo y es que cada día es un ciclo y nos vemos reflejados en ellos.

Medimos los atardeceres y los amaneceros con días, semanas y meses, fijamos plazos y así es como recordamos que las cosas empiezan y terminan.

Los atardeceres nos enseñan que debemos disfrutar de cada momento de nuestras vidas y de esos pequeños placeres que esta nos ofrece.

Aun cuando fracasamos aprendemos y como los días, podemos empezar otra vez, pues  con ello mejoramos como personas, igual que un agradecer puede ser visto como el final de un día o como la ilusión del siguiente.