Ola bronca

El triunfo del candidato independiente al gobierno de Nuevo León ha tenido consecuencias significativas en muchos ámbitos de la vida estatal y nacional. Periodísticamente son muy escasas las reflexiones que han intentado ofrecer una explicación al fenómeno que ha representado El Bronco dentro del panorama político. En los medios nacionales, la distancia geográfica, los compromisos … Leer más

El triunfo del candidato independiente al gobierno de Nuevo León ha tenido consecuencias significativas en muchos ámbitos de la vida estatal y nacional. Periodísticamente son muy escasas las reflexiones que han intentado ofrecer una explicación al fenómeno que ha representado El Bronco dentro del panorama político.

En los medios nacionales, la distancia geográfica, los compromisos ideológicos, los intereses económicos y la falta de una investigación in situ han sesgado radicalmente el discurso periodístico hacia teorías conspiradoras, descabelladas y fantasiosas, que poco tienen que ver con lo sucedido en Nuevo León.

Puede apreciarse en las colaboraciones de algunos de los periodistas más populares el malestar que esta contundente victoria ha generado en ellos y sus empresas mediáticas, acaso comprometidas desde el inicio con la campaña de la candidata priísta.

La reacción de éstos ha sido impropia del oficio informativo, porque tiende a ocultar el visible y ostensible hartazgo ciudadano que subyace a los resultados electorales. No sólo respecto a la consagración de la corrupción efectuada por el bipartidismo durante los últimos dos sexenios, a nivel municipal y estatal, sino por el dolor que la delincuencia organizada provocó en miles de familias.

En este demencial proceso, los gobiernos de los dos niveles estuvieron ausentes y muchos de sus miembros se coludieron con el hampa para obtener cuantiosos dividendos, a costa del patrimonio de los ciudadanos, y no únicamente de la gente pudiente, sino también de los humildes pobladores de colonias populares.

Una ejemplo execrable fue la diáspora de habitantes, de la parte alta de la colonia Independencia, los cuales fueron despojados, durante noches terroríficas, de sus viviendas, así como de sus escasos bienes personales. En unas cuantas horas está pobre gente se encontró en la calle horrorizada y sin porvenir.
 
Ni los empresarios ni el diario El Norte indujeron este malestar ciudadano; en todo caso, la mayoría de los medios locales solaparon la decadencia y por esa razón los votantes también les han pasado una abultada factura.

Imagen Zacatecas – Miguel G. Ochoa Santos