Los títulos y Punto Final

Seguramente usted ha recibido una mala cara o llamado de atención cuando por error u omisión no se refiere alguna persona por su título; son comunes las miradas de desaprobación cuando a fulanos o perenganos, no le dice licenciado, maestro, doctor, ingeniero o cualquier otro título que presuman (tengan o no cedula profesional). Entiendo perfectamente … Leer más

Seguramente usted ha recibido una mala cara o llamado de atención cuando por error u omisión no se refiere alguna persona por su título; son comunes las miradas de desaprobación cuando a fulanos o perenganos, no le dice licenciado, maestro, doctor, ingeniero o cualquier otro título que presuman (tengan o no cedula profesional).

Entiendo perfectamente el esfuerzo que muchos casos significa concluir una carrera, lo importante que es; pero de eso a molestarse porque no se utiliza obligatoriamente el título como apodo en todo momento vocación me parece una exageración y falta de seguridad.

Hay quienes sostienen que naturalmente en las sociedades existe un anhelo por los títulos, que buscan aquellos tiempos de monarquía, o indican discretamente una superioridad, al menos en años butaca, tal vez por eso, no decirle a “licenciando”, licenciado desate su coraje o minimice su superioridad.

La necesidad de reconocimiento social o en buena parte la costumbre ha llevado a hacer de los títulos universitarios apodos de reconocimiento.

Pero, poseer y presumir títulos no es suficiente para tener reconocimiento, abundan los que se molestan cuando no los llaman por el “apodazo”, pero son incapaces de leer con soltura una cuartilla o redactarla.

Las habilidades y capacidades no se demuestran al agregar el título al nombre propio, pero sí con el trabajo del día a día. Exigir o reclamar porque no nos dicen licenciados, doctores o lo que sea, se vuelve un reconocimiento obligatorio propiciado más por la inseguridad que por el talento.

Todos conocemos personas que se dedican a un oficio o no tienen títulos y son llamados maestros, “maistros” o licenciados, estas personas se han ganado el apodo como reconocimiento social y no como obligación protocolaria. Sus conocimientos son los que les han dados los títulos, no un berrinche.

Bienvenidos los títulos, los esfuerzos el talento, pero no dejemos que se vuelvan en la nueva palanca de la corrección política.

Bien decía el gran Winston Churchill: “el problema de nuestra época consiste en que los hombres no quieren ser útiles sino importantes”.

 

Punto Final

Con todo aprecio: moral no es sinónimo de deontología, ética, teleología, existencialismo, objetivismo, moralismo legal y un largo etcétera. Todas tratan sobre la conducta, pero no son lo mismo.

Imagen Zacatecas – Pablo Torres Corpus