“Lo veía como un juego”, relata Lalo, un niño de 12 años adicto al cristal

Lalo tenía un año consumiendo cristal.
Lalo tenía un año consumiendo cristal.

Lalo distribuía droga del municipio de San Francisco de los Romos a Pabellón de Arteaga en Aguascalientes.

AGUASCALIENTES.- Desde hace cuatro meses, Eduardo lucha para vencer su adicción al cristal en un centro de rehabilitación en Aguascalientes. El menor tiene 12 años,  hace un año abandonó la escuela para dedicarse a vender y distribuir droga.

Lalo, como lo llaman en el Centro de Rehabilitación en Pabellón de Arteaga, relató que empezó como vendedor y distribuidor de cristal.

“Me traían distribuyendo droga en una mochila. Como empecé a distribuir, un amigo me dijo cómo estaba la movida. Se me hizo fácil. Lo veía como un juego”, dijo.

El día a día de Lalo consistía en cargar dosis de cristal en su mochila del municipio de San Francisco de los Romos a Pabellón de Arteaga.

Al final de la jornada, su pago era en cristal. De esta manera, sus empleadores garantizaban la permanencia del menor en las filas de su corporación.

 

El hogar de Lalo

Lalo es hijo de una pareja que, presuntamente, también es adicta a las drogas. Tiene una hermana de 17 años de edad que está internada en otro centro de rehabilitación por problemas de adicción.

Hace un año y medio, Lalo perdió a su hermano mayor (de entonces 16 años). El joven también tenía problemas con las drogas y murió tras una golpiza.

Para Lalo, la vida consistía en distribuir droga y regresar al final de la jornada para recibir su paga. Sin embargo, gracias a la denuncia de su abuelita, autoridades del centro de rehabilitación pudieron intervenir.

 

El rescate del niño de 12 años adicto al cristal

El director del Centro de Rehabilitación en Pabellón de Arteaga, Rodolfo Dávila, explicó que llegó a un domicilio a rescatar a Lalo.

“Anduve investigando dónde estaba. Llegué, abrí la puerta y dije: ‘Vengo por Lalo’. En la noche llegaron a amenazarme que lo soltara”, relató.

Dávila confrontó a los sujetos y les cuestionó: “¿Para qué lo quieres, para que te traiga drogas? No, y hazle como quieras”, dijo.

Durante un año, Eduardo estuvo consumiendo, vendiendo y distribuyendo cristal.

“Yo me sentía más que los demás. Más fuerte”, refirió.

Tras el rescate, Lalo dice que se siente diferente y ahora quiere “echarle ganas” para detenerse.

Ahora, su única motivación es su abuelita, la única que lo visita.

“Mi mamá no existe conmigo, ella anda en Jalos y mi papá tampoco viene a visitarme ni nada”, lamentó.