Fabricación de percepciones en seguridad

La percepción del aumento de la inseguridad es un inevitable manjar político para los opositores y mientras los avances no se perciban entre los simples mortales, toda argumentación contraria está llamada a fracasar, corresponda o no corresponda a la realidad. La percepción juega a favor y en contra de la solución, juega a favor porque … Leer más

La percepción del aumento de la inseguridad es un inevitable manjar político para los opositores y mientras los avances no se perciban entre los simples mortales, toda argumentación contraria está llamada a fracasar, corresponda o no corresponda a la realidad.

La percepción juega a favor y en contra de la solución, juega a favor porque presiona a las autoridades a no eludir el problema y juega en contra porque la percepción es utilizada por los opositores para debilitar al Gobierno que combate a los responsables de inseguridad.

La creación tramposa de percepciones ha sido vieja estrategia de políticos sin límites morales, el incendio del Reichstag por el régimen de Hitler culpando a los judíos es un ejemplo clásico.

En los tiempos que corren los políticos tradicionales fabrican una percepción mediante repetición de mensajes en medios tradicionales y redes, ya sea entregando cheques, sillas de ruedas o imágenes que los proyectan de un modo u otro. La construcción de percepciones es profesión en auge desde hace décadas.

El crimen organizado es experto manipulador de percepciones en su provecho, sabe generar tranquilidad social cuando lo necesita, impone “justicia” en sus territorios y desestabiliza los territorios de sus enemigos.

“Calentar la plaza” es la típica operación encaminada a crear la percepción buscada.

No todo tiempo pasado fue mejor

Cada episodio de infamia como la matanza de la familia Menonita sirve para inducir la sensación de aumento de la violencia en el presente, omitiendo sucesos acaecidos en los dos sexenios anteriores de igual o peor magnitud como la matanza de 300 en Allende, Coahuila; la matanza de migrantes o las demostraciones de fuerza como cuando en Calera, Zacatecas, Heriberto Lazcano, líder histórico de los Zetas, organizó con alrededor de miles de asistentes posadas espectaculares.

En la percepción de aumento de la violencia se omiten hechos como la matanza de Florencia de Benito Juárez, Zacatecas, donde hubo alrededor de un centenar de bajas y los cuerpos eran apilados en camiones del Servicio de Limpia; solamente por citar uno de varios casos de violencia desbordada.

Ni exager ni minimizarse se vale

En la construcción de la percepción observamos un cambio, el Gobierno de López Obrador, a diferencia de los anteriores, apuesta por transparentar la realidad aunque le sea adversa; las cifras del Sistema de Seguridad Pública ya no son influenciadas por la conveniencia política de los gobernadores, la matanza de Allende se conoció 3 años después de ocurrida, tampoco se informó que capturaron al “Mencho” y lo liberaron porque Guadalajara fue tomada como sucedió en Culiacán, como tampoco se conocieron matanzas como la de Florencia de Benito Juárez ¿Será mejor regatear información para “no alarmar”, como antes?

La construcción de percepción negativa tiene móviles políticos, la positiva también, la falta de cultura política de estado expone a la ciudadanía a que unos minimicen y otros exageren, de ambos habrá que cuidarse, hoy somos testigos de la irresponsabilidad extrema de medios y periodistas que antes ni se referían al tema y ahora se dan vuelo sin la mínima comprensión de la compleja problemática de más de dos décadas.

Entre criminales también hay clases

Los delincuentes de saco y corbata prefieren que el Gobierno los combata como antes, matando halcones, sicarios y capos analfabetas, son desechables. No hay tos mientras sigan intocadas las empresas generadas por la delincuencia organizada.
Si Caro Quintero pudo convertir su nombre en marca registrada en el Instituto Mexicano de Propiedad Industrial y dar origen a 30 empresas en Guadalajara mientras estaba en prisión es porque el gobierno, con operativos policíacos y militares, convirtió la guerra con el crimen organizado en carnicería entre pobres (soldados y sicarios).

La élite del crimen organizado es élite refinada, como todas las élites.

El tiempo da o quita la razón

Las percepciones se escriben con tinta en política, con sangre en la delincuencia y con tinta ensangrentada cuando ambas se mezclan.

En México como en Colombia, los nexos entre políticos corruptos y delincuentes nutren de móviles políticos las acciones de la delincuencia y de móviles criminales las acciones políticas.

La nueva estrategia, además de pegar donde duele, en las finanzas, afecta zonas podridas de segmentos vendedores de información y protección desde el lado institucional que vieron en las bandas criminales su minita de oro, se afectan también las ganancias ensangrentadas de la industria armamentista norteamericana en ambos lados de la frontera.

En la batalla de las percepciones lo conveniente para la sufrida sociedad es no admitir ocultamiento ni minimización de la realidad ni permitir la exageración orientada a producir efectos políticos capitalizables también por criminales.

Lo cierto es que la estrategia anterior falló y la nueva está en veremos.

Los resultados dirán la última palabra, no las campañas mediáticas.




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