Sergio Flores se lleva el Escapulario de Plata

Sergio Flores se llevó la tarde.
Sergio Flores se llevó la tarde.

ZACATECAS.- Aficionados a la tauromaquia acudieron a la Plaza de Toros Zacatecas para celebrar el 473 aniversario de la fundación de Zacatecas. Anunciados toros de Boquilla del Carmen que fueron gordos, bajitos, bonitos, cortitos, pero muy terciados y anovillados más de tres, de muy buen estilo al grado de ser bobalicones y algunos hasta rajaos. … Leer más

ZACATECAS.- Aficionados a la tauromaquia acudieron a la Plaza de Toros Zacatecas para celebrar el 473 aniversario de la fundación de Zacatecas.

Anunciados toros de Boquilla del Carmen que fueron gordos, bajitos, bonitos, cortitos, pero muy terciados y anovillados más de tres, de muy buen estilo al grado de ser bobalicones y algunos hasta rajaos.

Casi media plaza en un ambiente agradable, que fue desde la amenaza de lluvia hasta un sol radiante, abrió plaza el rejoneador Santiago Zendejas que enfrentó a Gavilán con el número 101 y de 477 kilos que sólo se vieron en la pantalla digital de la nueva báscula de la monumental. Debido a la sosería y mansedumbre del boquillo, la labor del caballero en plaza fue muy limitada de tal suerte que solo la pega lograda en el segundo intento por los forcados mazatlecos salvó la labor de bostezo de éste exponente del Arte de Marialva, quién enfrentó un calvario para poder deshacerse de su astado adversario, no sin que fuera avisado por el inepto biombo de la autoridad. Pitos para ambos.

Compareció Ernesto Javier Calita ante la afición zacatecana para lidiar a Guantero anunciado con el número 124 con 515 kilos, burel que se acabó prontísimo y donde el diestro todo intentó y en muy poquitos pasajes de la faena logró sacar agua del pozo. Algunos lances, algunos pases aislados, siempre la actitud de estar bien y bien preparado, a leguas se nota, caracterizaron la labor de Calita intentando sin conseguirlo, desarrollar una faena sin colaborador a modo. De lo que pasó con la espada, mejor nos olvidamos.

Igual película en su segundo Despilfarro de número 52 con 500 kilos. En el nombre llevó la fama.

Pues aquello, fue un auténtico despilfarro de tiempo, esfuerzo y paciencia del diestro y los espectadores, pues Ernesto, ataviado de negro y oro, se estrelló de frente con un lote rajao  que le impidió cualquier lucimiento.

El sustituto de El Cejas (hoy herido en Madrid) y ricamente vestido en coral y oro, lidió en primer lugar a Platillero con el número 96 y 486 kilos, cuya faena fue basada en suplir las deficiencias de su Cárdeno enemigo con el temple, oficio y la técnica depurada de éste torero hidrocálido, quién aprovechó las condiciones de bondad extrema del boquillense, construyendo una faena con el temple como estandarte y bandera.

Con su muleta atrás y poniendo el cuerpo como carnada, lidió impecablemente al Cárdeno claro, extrayendo hasta la última gota de posibilidad en ésta faena, y como matara de buena manera, cortó la primera oreja de la tarde. ¡Ay, si éste torero tuviera una miajita de arte!

En su segundo, “Vengativo” de número 120 con 492 kilos, Juan Pablo tropezó con un toro manso y bobalicón, que en nada ayudó a propiciar una mediana faena. Bastante hizo con abreviar su faena. Como se pusiera pesado con el acero nada hizo que fuera relevante al final.

El plato fuerte quedaba en manos entonces del tlaxcalteca Sergio Flores, quien vestido de verde seco y oro (precioso traje de torear), enfrentó en primer término a Vencedor de número 184 con 510 kilos, al que lanceó con pulcritud y belleza, dejando constancia de ése arte que posee y que tan conectado está con la parroquia zacatecana.

Lamentablemente su labor fue de más a menos de acuerdo a la debilidad, mansedumbre y sosería del toro, y como tampoco estuviera acertado con los aceros, pasó sin pena ni gloria en la primera parte de su comparecencia de la tarde.

Por esa razón, en su segundo toro y último de la tarde, Flores salió a ganar la pelea y se sobrepuso a todo. A su pequeñito enemigo, a su poco fondo y bravura, al aburrimiento que ya permeaba en los tendidos y en base a su sello personal, construyó una faena maciza y firme desde sus lances de recibo, las chicuelinas a compás abierto y sus remates embraguetaos, hasta los muletazos tersos, milimétricos, lentísimos en los que el diestro tlaxcalteca aportó el arte y la clase que el pequeñajo nunca tuvo.

Se fue tras el acero y cobró un certero espadazo, que aunado a la necesidad de ver algo decente por parte del cotarro, hizo que la oreja merecidamente ganada, se convirtiera en pretexto para que el juez Manuel Comparsa aprovechara la situación y regalara la segunda oreja, con lo que Sergio Flores resultó ganador por tercera ocasión del Escapulario de Plata, otorgado por los cuates de la empresa, que no jurado calificador.

Como fin de fiesta diré que fue un retardado inolvidable para Boquilla del Carmen y su ganadero Manuel Fernando Sescosse Varela que en mucho tiempo se habrá de recordar.

Mal empieza la feria para el que ahorcan el 8 de septiembre.

Salud.