Sin pueblo no “hay Plan C” que valga

José Luis Medina Lizalde.
José Luis Medina Lizalde.

Solo la participación organizada del pueblo podrá vencer los obstáculos sembrados.

Claudia Sheinbaum lo dice fuerte y quedito: Debe restaurarse el principio de no reelección por el que lucharon los mexicanos con las armas en la mano a convocatoria de Madero. El pueblo apoya esa postura, nunca fue tomado en cuanta cuando la introdujeron y su puesta en práctica no ha sido para bien.

Es cierto que el apoyo popular a la no reelección es contundente aunque la clase política no comparta la misma convicción, los candidatos prefieren no decir nada sobre todo ahora que queda el registro de todo y que más tarde lo dicho podrá ser usado a conveniencia de los adversarios

Lo mismo podemos decir sobre la propuesta de eliminar la modalidad vigente de plurinominales y reducir el número de legisladores para poner fin a la aberración de tener más que los que tiene los Estados Unidos a pesar de que nos rebasa por mucho en cantidad de habitantes.

El régimen diseñado por el reformismo prianista que ejerció el poder desde 1988 hasta el 2018 se resiste a morir.

Entre las modificaciones propuestos por el presidente López Obrador que no culminaron a pesar de contar con una opinión favorable de los mexicanos, está el de cancelar los fueros de una vez y para siempre. A eso le agregamos la neutralización de la consulta popular no solo con el deliberado sabotaje del INE de Lorenzo Córdova en las que se realizaron al poner solo un tercio de casillas para evitar alcanzar el porcentaje de votantes que exige la ley para que sean obligatorios los resultados sino también al oponerse a que el día de la consulta popular sea el mismo de elecciones constitucionales.

La explicación obvia de que no se lograran todos los propósitos es que López Obrador solo contó con mayoría simple y no calificada en el poder legislativo, derivado de eso, el movimiento transformador se propone la conquista de una mayoría calificada, de otro modo, los candados que el prianismo plasmó en la constitución seguirán como salvaguarda de los intereses privados nacionales y extranjeros que estuvieron detrás.

El reto es la continuidad con cambios.

Políticos individualistas

La respuesta lógica del movimiento es el “Plan C” como camino democrático, civilizado y pacífico para hacer irreversible la Cuarta transformación. Sin embargo, nos equivocaríamos si la consideramos la solución automática dado que en el sistema político mexicano todavía es posible que la clase política genere intereses particulares de su condición que terminan chocando, no pocas veces, con los intereses generales, si analizamos la resistencia a la austeridad republicana en las distintas esferas del poder lo entendemos a cabalidad.

López Obrador no consiguió su propósito de cancelar todos los fueros porque la clase política se sintió amenazada dado el entorno de corrupción que salpica a diestra y siniestra en un país dónde se normalizó la idea de que para hacer carrera política “el que no transa no avanza” ¿Cuántas complicidades en su haber existen en no pocas candidaturas a puestos de elección popular? ¿Cuántos silencios?

Solo la participación organizada del pueblo podrá vencer los obstáculos sembrados.

Está más que probado que las diferencias procedencias partidistas no impiden los acuerdos “discretos” para abortar una ley sobre todo cuando se le considera perjudicial a los intereses de la clase política.

La cancelación de la reelección consecutiva a puestos de elección popular enfrentará resistencias aún de los que piden el voto colgándose de Claudia Sheinbaum y solo simulan compartir los ideales del movimiento.

Cuando no existía la reelección, la manera de seguir políticamente activo en los tiempos sin cargo público era sumarse a tareas partidistas y debatir con adversarios, desarrollando sentido de pertenencia, lealtad al ideario y disciplina básica, esa etapa de la vida de México produjo un priista muy distinto al contemporáneo, un panista que en nada se parece a los de ahora y una izquierda permanentemente articulada a causas colectivas.

Nunca más bajar la guardia

Además de eliminar la modalidad de plurinominales y suprimir la reelección falta consolidar la austeridad republicana y avanzar sustancialmente en la erradicación de la corrupción ¿La clase política está dispuesta a acompañar a la próxima presidenta en esos propósitos?

Ahora que quedó demostrado que Norma Piña fraguó la complicidad política de la SCJN y el poder judicial con el bloque de oposición prianista, lo que sigue parece ser la reforma de estado más trascendente de este momento histórico.

Liberar los poderes constitucionales de las garras de los poderes fácticos es la revolución más profunda que un pueblo se puede proponer.

Ya tenemos un México dónde pudieron coexistir cívicamente el CNTE y la Marea Rosa en la más grande plaza pública del país.

Ya tenemos una democracia que cuidar y perfeccionar.

Nos encontramos el lunes en Recreo

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