Las primeras decisiones

José Luis Medina Lizalde.
José Luis Medina Lizalde.

Por los nombres conocidos hasta ahora, deduzco que hay rigor en la selección moral y hay rigor en la selección técnica, nos esperan buenos tiempos.

Un gobernante muestra de que está hecho a la hora de integrar su gabinete, bajo esa premisa podemos evaluar la integración aun inconclusa del equipo de trabajo de primer nivel de la presidenta elegida Claudia Sheinbaum.

Por los nombres conocidos hasta ahora, deduzco que hay rigor en la selección moral y hay rigor en la selección técnica, nos esperan buenos tiempos.

Lo primero que resalta es que no hay pagos de facturas de campaña a cambio de porciones de la administración pública, tal como se hizo rutina en la medida en que la corrupción de la vida pública se adueñó de las instituciones.

Los que recibían nombramientos por “méritos” en campaña se veían inclinados a rodearse “de los suyos”, es decir, amigos, familiares y socios acondicionados para “cubrirle” las espaldas al jefe”.

La cultura patrimonialista en el servicio público propició la aparición de nexos deshonestos entre porciones del sector privado para ejercer como prestadores de servicio, proveedores y contratistas del sector público.

Los servidores públicos con atribuciones para otorgar y revocar concesiones, autorizaciones y permisos tuvieron muchas décadas manga ancha para favorecer intereses privados contrarios al interés general y no pocas veces para “darle el gane” a los extranjeros en contra de los intereses nacionales.

Los gobiernos así conformados reflejaron acuerdo entre grupos sujetos a la evolución política que a veces consolida y a veces rompe pactos “de gobernabilidad“.

Los mexicanos vivimos el predominio de una visión según la cual robar desde los puestos públicos era visto casi natural, el “moche” y la “mordida” se convirtieron en vocablos legitimados por el uso a grado tal que un honorable jefe de familia no tenía empacho en comentar en la cena con los hijos el soborno que hizo posible la concesión o el contrato.

Cuando los idearios políticos son reducidos a retórica hueca, la actividad política es para hacer riqueza individual, los idealistas son percibidos como ingenuos incapaces de entender la realidad y destinados a ser “flor de un día”.

Faltan batallas que dar

La corrupción de la política que tan nefastos gabinetes produce, tuvo un gran impulso proveniente del dinero público en abundancia destinados a partidos y campañas, se acabó la necesidad de educar políticamente a la gente, de motivarla para las tareas más elementales como el reparto de volantes, el perifoneo, la persuasión casa por casa, inclusive, se volvió innecesario que los candidatos conozcan la ideología del partido que los postula, todo eso se resuelve con dinero.

El gobierno federal tiende a servir de modelo a seguir para gobiernos estatales y municipales, la política patrimonialista se reprodujo en todos los niveles de gobierno como efecto reflejo, degradando la vida institucional a niveles extremos ¿Podemos aspirar que como efecto reflejo los nuevos usos del gobierno de la cuarta transformación se reflejen más temprano que tarde en cada municipio y cada entidad federativa del país?

Algo infaltable en todo gabinete de gobierno es el principio de lealtad, pero no de “lealtad al jefe”, sino al propósito avalado por las urnas, la selección moral debe ser tan cuidada como la selección técnica o quizá más si tomamos en cuenta que todavía no maduran nuevas formas de control y fiscalización.

La Auditoría Superior de la Federación sigue sin aportar lo que le corresponde, lo mismo podemos decir de las auditorías estatales. Las fiscalías como la de Zacatecas rehúye cada caso que en medrosidad considera “papa caliente”, los órganos de control interno son una decepción con honrosas excepciones, el estado de cosas en el poder judicial es un gran impedimento para culminar con éxito la limpia de los establos institucionales.

No solo las batallas comenzadas necesitan de un gobierno integrado por individuos de alta moral, tenemos en el horizonte varias batallas fundamentales que dar, pienso en los poderosos consorcios mineros que imperan casi sin freno, que destruyen naturaleza y despojan pueblos para seguir saqueando la riqueza de nuestro subsuelo, pienso también en el acaparamiento de concesiones de agua a pesar de las crónicas crisis hídricas en varias regiones de nuestro territorio, los intereses que subyacen en estas calamidades nacionales tienen sus asideros en la enorme corrupción.

Se hará costumbre

La honestidad en la vida pública se está haciendo costumbre pero todavía existen muchos segmentos sometidos a la cultura patrimonialista, llegará el día en que México deje de gastar carretadas de dinero en cuidarlo de esa clase política que acumuló fortunas desde el servicio público.

Zacatecas es un caso muy representativo de la cultura patrimonialista que asigna puestos públicos “por méritos en campaña”, cultura patrimonialista que degeneró en grotesco nepotismo.

¿Veremos pronto equipos de trabajo de gobierno municipales con criterios morales rigurosos?

¿La capacidad empezará a ser tomada en cuenta?

Que así sea.

Nos encontramos el lunes en Recreo

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