La rifa y la dictadura perfecta

José Luis Medina Lizalde.
José Luis Medina Lizalde.

Hace varias décadas Vargas Llosa definió nuestro régimen político como “la dictadura perfecta” consignando que era un régimen autoritario que parecía democrático y efectivamente así era. La clave residía en la actitud expectante y no participativa de los ciudadanos, el control mediático, especialmente el televisivo, sobre las conciencias de los mexicanos fue tan eficaz que … Leer más

Hace varias décadas Vargas Llosa definió nuestro régimen político como “la dictadura perfecta” consignando que era un régimen autoritario que parecía democrático y efectivamente así era.

La clave residía en la actitud expectante y no participativa de los ciudadanos, el control mediático, especialmente el televisivo, sobre las conciencias de los mexicanos fue tan eficaz que se generalizó la pasividad en los asuntos públicos promoviendo la desmovilización de la gente que generó la Revolución Mexicana y su cauda de transformaciones, los sindicatos poco a poco se empiezan a vaciar hasta quedar convertidos en oficinas de trámites, los campesinos abandonan sus vivas asambleas del primero domingo de cada mes y la juventud estudiosa vive en su mayoría distante de los ideales al ritmo de las edulcoradas melodías de Angélica María y Cesar Costa, la política se convirtió en algo reservado para unos cuantos hijos de “papi”.

La democracia real nunca se sustenta en la actitud de espectador sino en el ciudadano activo, el que se entera de los asuntos públicos para no aburrirse con sus amigos y se asume cotidiano sinodal de lo que otros hacen es el ciudadano ideal de las dictaduras perfectas.

Para fortuna de los mexicanos la modorra ciudadana va quedando atrás, los anhelos de participar en la génesis de una nueva realidad están contagiando a núcleos antes ensimismados, un buen ejemplo de ello es el de los integrantes de la iniciativa privada que gradualmente se deshacen de los temores que la propaganda les inoculó en torno a López Obrador, portador de una agenda de cambios que los gobiernos anteriores jamás imaginaron posibles sin la fuerza de una revolución, nunca creyeron que el aumento sustantivo del salario se pudiera decretar basado en el consenso con el sector privado, tampoco imaginaron que terminar con la condonación de impuestos de los poderosos no tuviera resistencia significativa y que terminar con la relación corrupta entre empresas constructoras, proveedores y despachos no ocasionara turbulencias.

El insospechado éxito de la convocatoria del Presidente López Obrador para promover la adquisición anticipada de boletos de boletos de la rifa inspirada en ese monumento al despilfarro que es el avión contratado por Felipe Calderón para Peña Nieto, fue presentado como “pase de charola” como el que tuvo lugar cuando se solicitaron dólares para la campaña del candidato del PRI que sucedería Salinas de Gortari .

Los periodistas en funciones de opositores informales evitan resaltar que de los que asistieron solo la mitad se comprometió a adquirir boletos y la otra parte declinó participar en la rifa con toda naturalidad y que la adquisición de boletos será sin deducción de impuestos.

El monto comprometido es por mil quinientos de los tres mil millones de pesos de la rifa (Dos mil para equipo médico y el resto para premios).

Asimilando el cambio

La separación entre el poder político y económico es un hecho irreversible y contra los que pudiéramos pensar, los grandes capitanes del sector privado le están agarrando el gusto a la nueva situación, entendieron que la certidumbre que reclaman procede del respeto a las leyes y no de la voluntad moldeada a billetazos, admitiendo también que lo de “por el bien de todos, primero los pobres” es estrategia que les conviene, ya que la neutralización de una de las causas de la violencia les procura un mejor entorno y el fortalecimiento del mercado interno por la vía de dotar de poder de compra al pobre favorece los negocios.

Se equivocan los que interpretan al inusitado apoyo a la rifa del Presidente como fruto de la extorsión o del servilismo. Imaginar a Slim y otros en semejante tesitura es no tener idea de la realidad, muy por el contrario, el mensaje que los hombres del dinero le enviaron al Presidente es que “hablando se entiende la gente”, no como antes

Nueva relación

Los dueños del dinero formaron la élite de la dictadura perfecta y para no dejar de serlo aceptaban la extorsión sutil o burda de la que el nuevo régimen los libera, el esquema se reprodujo en estados y municipios donde el financiamiento de campañas se asoció al otorgamiento futuro de prebendas y contratos acompañados de “vista gorda” en sobreprecios y facturas adulteradas, el ritual multiplicó a escala nunca vista la corrupción y muy pronto el crimen organizado encontró el caminito para aportar a la charola a cambio de protección.

Ahora, el Presidente de la República ejerce el liderazgo que sus antecesores no tuvieron, los barones del dinero revindican una forma de insertarse en la vida nacional donde la separación del poder político del económico no implica confrontación ni cancela colaboración.

Cambiar el régimen cambiará la mentalidad.

Será para bien de todos

Nos encontramos el lunes en Recreo.




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