La Epifanía del Señor

Fernando Mario Chávez
Fernando Mario Chávez

Hoy celebramos con inmenso gozo la Solemnidad de La Epifanía del Señor Jesús. La palabra “epifanía” significa manifestación de algo que estando oculto, resplandece, se manifiesta. Referida a Cristo, significa que el Hijo de Dios estando en el seno de Dios, en la plenitud de los tiempos ha brillado; se ha manifestado. Cristo, Luz del … Leer más

Hoy celebramos con inmenso gozo la Solemnidad de La Epifanía del Señor Jesús. La palabra “epifanía” significa manifestación de algo que estando oculto, resplandece, se manifiesta. Referida a Cristo, significa que el Hijo de Dios estando en el seno de Dios, en la plenitud de los tiempos ha brillado; se ha manifestado.

Cristo, Luz del Mundo, ha brillado en el horizonte de nuestras vidas y nuestra salvación. A él se refieren las palabras del profeta Isaías que hoy leemos en la primera lectura de nuestra liturgia de esta Solemnidad:

“Levántate y resplandece, Jerusalén, porque ha llegado tu luz y la gloria del Señor alborea sobre ti. Mira: las tinieblas cubren la tierra y espesa niebla envuelve a los pueblos; pero sobre ti, resplandece el Señor y en ti se manifiesta su gloria. Caminarán los pueblos a tu luz y los reyes, al resplandor de tu aurora”.

Las tres lecturas bíblicas de hoy, nos hablan de esta manifestación del Hijo de Dios hecho hombre quien ha venido a salvarnos de las tinieblas del pecado y de la acción del maligno (diablo). Y para adentrarnos en el misterio de Cristo en la plenitud de los tiempos, nos habla la carta a los Hebreos cuando nos revela:

“En distintas ocasiones y de muchas maneras habló Dios en el pasado a nuestros padres, por boca de los profetas. Ahora, en estos tiempos, que son los últimos, nos ha hablado por medio de su Hijo”.

LA EPIFANÍA DEL SEÑOR COMO MANIFESTACIÓN SALVADORA PARA TODOS LOS HOMBRES

El evangelio de esta solemnidad, nos hace entender que Cristo ha venido a este mundo revelándose poco a poco. Nos habla de tres clases de personas: el rey Herodes, los sacerdotes y escribas del pueblo y los reyes magos.

Los reyes magos llegaron desde lejanas tierras guiados por una estrella con la cual, fieles a la revelación del rey de los judíos Cristo, querían conocerlo y adorarlo porque para ellos él era verdadero Dios y verdadero hombre.

Ellos llegaron a la corte del rey Herodes y preguntaron dónde había nacido el nuevo rey de los judíos. Con esta comunicación de estos reyes, Herodes se sobresaltó y toda Jerusalén con él. Herodes convocó entonces a los sumos sacerdotes y a los escribas del pueblo y les preguntó dónde tenía que nacer el Mesías (el enviado por Dios).

Ellos le contestaron: “En Belén de Judá, porque así lo ha escrito el profeta: Y tú Belén, tierra de Judá, no eres en manera alguna la menor entre las ciudades ilustres de Judá, pues de ti saldrá un jefe, que será el pastor de mi pueblo, Israel” (Mq. 5, 1. Siglo octavo antes de Cristo).

Herodes rey, temió perder su reino. Consideró al Mesías como un enemigo que venía a arrebatarle su reino y por esta razón de manera egoísta y fraudulenta intentó valerse de los reyes magos para que fueran a Belén, localizaran al Niño y regresaran a decírselo para que también él fuera a reconocer a ese nuevo rey de los judíos.

Los Reyes Magos guiados por la estrella que habían visto desde su salida del lugar donde vivían y con la información recibida del rey Herodes, pudieron llegar hasta el pesebre en donde encontraron a María, José y el Niño. Llenos de gozo, con actitud humilde de rodillas adoraron al Niño Dios, ofreciéndole sus regalos de oro por ser rey; incienso como sacerdote y mirra como hombre mortal y salvador de los hombres.
Herodes no aceptó al Niño Jesús e incluso lo quiso matar, cuando los reyes magos, avisados con revelación divina, ya no regresaron con Herodes y se fueron a sus tierras por otro camino.

Herodes rechazó al Niño Dios; los sacerdotes y escribas le comunicaron acerca de dónde habría de nacer el Mesías pero no se movieron de su lugar y en cambio los reyes magos sí pudieron hacerse presentes con Cristo niño, reconocerlo y adorarlo; no calcularon las dificultades que tendrían al ser guiados por la estrella, fueron humildes, adoradores y se llenaron de un inmenso gozo al reconocer al Mesías.

LOS CRISTIANOS LLAMADOS A MANIFESTAR NUESTRA ACEPTACIÓN Y ADORACIÓN

Hoy, en un mundo complejo, secularizado y en muchos aspectos de su policultura pagano, los cristianos debemos coherentemente dar razón de nuestra fe en Cristo Mesías.

¿De qué modo? Debemos ser vivos heraldos y testigos del Dios que es amor y fraternidad: con la práctica de la justicia, la esperanza y la solidaridad, especialmente con los más pobres y marginados.

Fallaría nuestra celebración litúrgica y espiritual de hoy y de cada domingo; fallaría nuestra vida testimonial cristiana y nuestro seguimiento de Cristo en definitiva, si desgraciadamente todo nuestro ser no fuera revelación de Dios, cuya visibilidad para el mundo pasa hoy por el testimonio misionero de los discípulos de Jesús, que somos todos y cada uno de nosotros, en las diferentes vocaciones y modos de vivir: en la familia, en el mundo del trabajo; en los centros de estudio y de formación; en la vida cultural; en la dimensión política como auténtico y verdadero servicio a los pueblos en la procura del bien común y en el auxilio oportuno para los que padecen guerras, hambre y exterminio.

¡Pidamos a Jesús de Belén, ser su “Epifanía” con nuestros pensamientos, palabras y obras fuertemente cimentados en su evangelio y en el amor que él espera de nosotros con la comunión eclesial de la cual formamos parte!

*Obispo Emérito de Zacatecas

Fernando Mario Chávez 




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