Ni la pobreza es virtud ni la riqueza pecado

Eduardo Ruiz-Healy.
Eduardo Ruiz-Healy.

El domingo pasado, un grupo de personas insultó al presidente Andrés Manuel López Obrador cuando salía del avión de Aeroméxico que lo llevó de Guadalajara a la CDMX. Hombres y mujeres que iban en la parte trasera le mentaron la madre y al hacerlo se la mentaron al 53% de los mexicanos que votaron por … Leer más

El domingo pasado, un grupo de personas insultó al presidente Andrés Manuel López Obrador cuando salía del avión de Aeroméxico que lo llevó de Guadalajara a la CDMX. Hombres y mujeres que iban en la parte trasera le mentaron la madre y al hacerlo se la mentaron al 53% de los mexicanos que votaron por él en la elección presidencial de 2018.

La conducta de estas personas es reprobable desde cualquier punto de vista porque no solo le faltaron el respeto a Andrés Manuel, el individuo, sino al jefe del Estado mexicano, al cual pertenecen. Podría decirse que ellas y ellos se automentaron sus madres sin darse cuenta.

La forma en que actuaron estos léperos fue, además, cobarde, porque se les hizo muy fácil insultarlo cuando les daba la espalda y su identidad quedaba oculta tras el respaldo del asiento que tenían enfrente.

Lo que ocurrió fue muy hábilmente aprovechado por AMLO en su conferencia de prensa del día siguiente.

Al comentar el incidente dijo: “… el poder es humildad y cuando se lucha por una causa justa hay que también aprender a pagar una determinada cuota de humillación, todos, cuando se está en una lucha. (…) Desde eso hasta recordatorios a Manuelita [refiriéndose a su madre, doña Manuela Obrador González], que es lo que considero muy injusto, porque pobre Manuelita (…) nosotros tenemos que seguir adelante avanzando, avanzando, avanzando y tenerle confianza al pueblo, porque nuestro pueblo es muy respetuoso, mucho, mucho, muy respetuoso en general; hay excepciones, pero por lo general es muy respetuoso, y más la gente humilde, que es la mayoría en nuestro país. Donde son más groseros son sectores de clase media y arriba, son más irrespetuosos; pero abajo, aunque estén en otros partidos, la gente respeta, aunque no coincidan; pero arriba son muy agresivos”.

Con estas palabras, el que supuestamente es presidente de todos los mexicanos, contribuyó a ahondar más la brecha que existe entre los que tienen algo o mucho y los que tienen poco o nada.

Para AMLO pertenecer a la clase media o alta es sinónimo de mal educado, grosero e irrespetuoso, mientras que ser pobre equivale a ser respetuoso y bien educado.

En otras palabras, para un presidente que nació en el seno de una familia clasemediera, “pobreza es virtud y riqueza es pecado”, como me lo comentó un sacerdote griego que hace años visitó nuestro país y se sorprendió al ver que así pensaban muchas de las personas con quien habló, la mayoría de ellas pobres.

El lunes AMLO no definió a quienes lo insultaron como fifís o conservadores neoporfiristas,  sino que los describió como personas de “la clase media y arriba”. Al hacerlo volvió a demostrar que siente un profundo desprecio hacia quienes somos clasemedieros y a los que, por el monto de sus fortunas, están muy por encima de nosotros.

El describir a los pobres como virtuosos y a los que no lo son como pecadores, Andrés Manuel olvida que hay personas buenas y malas en todos lados sin que importe su condición económica, social o nivel de estudios.

Con sus palabras, pareciera que el presidente está preparando el terreno para que haya una guerra de clases y que los pobres, bajo su bandera y guía, arremetan contra ricos y clasemedieros, entre ellos millones que votaron por él.




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