Mi delito… ser un viejito

ZACATECAS.- Un hombre de entre 85 a 90 años, quizá más. Aun lúcido para contar su triste historia ve con su último soplo de vida como sus 12 hijos pelean por sus bienes, no así por ayudarlo y cuidarlo dadas sus deterioradas condiciones de salud. Vivió a expensas de una de sus hijas, la  cual … Leer más

ZACATECAS.- Un hombre de entre 85 a 90 años, quizá más. Aun lúcido para contar su triste historia ve con su último soplo de vida como sus 12 hijos pelean por sus bienes, no así por ayudarlo y cuidarlo dadas sus deterioradas condiciones de salud. Vivió a expensas de una de sus hijas, la  cual lo dejaba encerrado con cadenas y candados con el pretexto de que no se fuera a salir y a perder cuando este hombre se encuentra en silla de ruedas.

Aun así, el hombre dice querer mucho a sus hijos.

¿Quién es él?

Se dice a sí mismo “viejito”. Es un hombre que a simple vista se encuentra en franco deterioro muscular, pesa aproximadamente 50 kilos, sobra decir que de condición física muy delgada. El color de su piel, muestra una palidez que evidencia que hace mucho tiempo no le da el sol, pues se encuentra en una habitación que solo tiene una cama y dos sillas que sirven de mesa para medicinas. 

Es huérfano de madre desde pocos días después de su nacimiento, ya que su madre murió de fiebre puerperal. Creció al cuidado de sus hermanas mayores y de su padre. El campo ha sido para él su vida. Se casó a la edad de 19 años. Ahora es viudo desde hace 5 años. Procreó doce hijos, el mayor tiene 65 años y su hija menor 40. Todos, excepto la menor, fundaron su propia familia dándole, 25 nietos. Su esposa falleció hace 5 años y a decir de sus hijos mayores el deterioro de su padre fue muy evidente, la tristeza invadió su vida al grado de que no comía y lloraba constantemente.

Su vejez

Un hijo mencionó que hace aproximadamente 20 años que notó que su padre comenzaba a olvidar nombres, objetos, direcciones y hechos significativos en su vida, con una gradual y marcada disminución del interés en la participación de actividades importantes, tornándose un tanto retraído y dependiente de su esposa.

Comenta que su padre se apreciaba en buenas condiciones de salud; sin embargo, mostraba deterioro gradual en sus actividades y desempeño psicológico; refiere que hace 10 años aproximadamente notó que su padre presentaba una disminución funcional que interfería con sus tareas ocupacionales, presentando olvidos importantes y trastornos psicomotores y que su madre aun en vida le refería que temía que su padre se perdiera ya que presentaba desorientación espacial. 

A partir de entonces el deterioro se ha agudizado, ya que comenzó a presentar deterioro cognitivo, fácilmente observable, y una realización deficiente de las actividades básicas de la vida diaria, presentando problemas emocionales, ya que se tornó aún más dependiente de su esposa; el quebranto más grave comenzó hace cuatro años aproximadamente y se agudizó severamente a raíz del fallecimiento de su esposa, mostrando sus sentimientos de tristeza y dolor ante la pérdida irreparable de la persona con la que compartió 65 años de su vida siendo.

A partir de entonces las alteraciones en sus funciones básicas fueron en aumento hasta llegar al estado de que solo esta acostado y de que no recuerda muchas cosas inclusive vestirse. Presenta serias dificultades para emprender la marcha, una alteración significativa de la conciencia, pérdida de los reflejos, deterioro o de la masa muscular corporal, trastornos en el sueño, pérdida de la memoria, falta o deterioro del sentido común, falta total de iniciativa, dependencia para actividades cotidianas de aseo, requiere la utilización de pañales debido a su problema de incontinencia, necesita de ayuda total y supervisión para la ingesta de alimentos, y en general es una persona totalmente dependiente de su familia para vivir.

Su historia

Según cuenta una persona cercana a la familia, desde hace veinte años el viejito, comenzó a olvidarse de las cosas, su esposa le tenía paciencia y lo cuidaba mucho, sus hijos venían a visitarlos. Lo malo ocurrió cuando la señora murió, porque el señor ya estaba grande y sus enfermedades ya eran muchas. Se quedó aquí solito solo con la hija más chica que nunca se ha casado. Los otros hijos están unos en Estados Unidos, otros están aquí y tienen sus trabajos. Casi no lo frecuentaban y la hija más chica se hacía cargo de todo. 

Ella me platicaba que batallaba mucho con su papá porque le tenía que cambiar pañales y hacerle comida especia. Me decía que su papá pesaba mucho y ella no lo podía cargar para bañarlo. Se quejaba mucho de que sus hermanos nunca venían, pero que le daban dinero para que se hiciera cargo de todo y le pusiera una enfermera. La enfermera nunca la contrató.

Entonces se empezó a dar cuenta de que los hermanos venían de visita, pero ella nunca les abría.

Así empezaron las cosas. Después, de repente, se escuchaba muchos gritos bien feos de la casa de ellos, eran gritos de insultos de la hija. Le gritaba cosa como “ojalá te murieras, ya me tienes harta, te odio maldito viejo”. También le gritaba que lo iba a mandar a un asilo y que ya se rentara una casa. 

Como yo vivo junto de ellos, me daba cuenta de todo. Un día le hable a otro de los hijos que es ingeniero. El vino rápido, pero cuando llegó no le abrió. Así pasó casi un año. Yo solo me di cuenta de que los hijos ya habían ido con los policías para que les abrieran.

La voz de una de sus hijas

Llegamos a la casa de mi papá llevamos a la policía y a un cerrajero porque mi hermana ya tenía mucho tiempo que no nos contestaba ni el teléfono y nos dio miedo de que les hubiera pasado algo.

Cuando abrimos la puerta nos dio un olor bien feo y pensamos lo peor. Pero era comida echada a perder. Mi hermana no estaba y mi papá estaba vivo, por suerte. 

Mi hermana se había ido a la playa ya tenía una semana fuera y había dejado a mi papá solo. Ya teníamos un año sin verlo, mi hermana no nos dejaba entrar, nos decía que estaba dormido, o que estaba cansado, o simplemente no nos abría. Ella se empezó a gastar el dinero de mi papá, ella firmaba por él. Vendió un rancho de Sombrerete, vendió los tractores de mi papá. Se gastó cuarenta mil pesos en su viaje a la playa. Cuando entramos a mi papá lo llevamos de inmediato al hospital porque estaba muy mal, estaba muy flaquito, se le transparentaban casi los huesos. Sus ojos tenían como una tela se le veían grises. 

El doctor nos dijo que tenía algo muy severo en los riñones y desnutrición de tercer grado. Mi papá pesaba 46 kilos, ya no hablaba ni nos reconocía. Cuando regresó mi hermana se sorprendió mucho, dijo que ella había contratado a una enfermera y que no era su culpa que no hubiera ido. Pero los vecinos nos dijeron que ella lo golpeaba y lo insultaba mucho. Nosotros nos queríamos hacer cargo de él, pero ella nos decía que le tocaba a ella porque era la más chica y estaba soltera y además aún vivía como señorita en la casa que era de mis papas y por eso ella se sentía con ese derecho. Pero no era por buena gente sino para quedarse con las cosas de mis papás.

Ni las joyas de mi mamá volvimos a ver porque ella las escondió o las vendió. Se compró una camioneta del año y ella no trabajaba. También supimos que se había ido a Nueva York a comprar ropa y de repente hasta novio ya tenía. No pudimos ponerle una denuncia por todos los maltratos que le hizo a mi papá. Fue un calvario todo el proceso para que el juzgado dijera que mi papá ya era incapaz de hacerse cargo de sus cosas. Y además mi mamá cuando se murió no tenía testamento y mi papá tampoco lo hizo, nos trajo muchos problemas con los demás hermanos. 

Cuando mi papá se murió. Fueron puros problemas y pleitos entre todos. La ambición de mi hermana, por un lado, la crueldad con la que trato a mi papá sus últimos días. Lo abandonó a su suerte, le dejó un montón de comida para que él se atendiera, pero él no se podía levantar de su cama, ahí estaba el pobre entre comida podrida y suciedad de él mismo. Pero no podíamos hacer nada porque somos familia. Como meter a la cárcel a una hermana.

A los problemas médicos habituales de los ancianos como son la incontinencia de los esfínteres, la polifarmacia, las caídas, la inmovilidad, el delirio, la depresión y la demencia, pudiera adicionarse el maltrato, teniendo en cuenta que es un problema ascendente, cada vez más frecuente en este grupo poblacional. Los ancianos, al igual que las mujeres y los niños, constituyen un grupo vulnerable y víctima frecuente de abusos y maltratos por parte de sus cuidadores, familiares y personas que conviven con ellos, conformando el límite superior del síndrome de violencia familiar.

Imagen Zacatecas – Ivonne Nava García