Malas ideas producen malos resultados

Una parte de las ideas del presidente Andrés Manuel López Obrador son buenas y el país las estaba esperando: el no a la corrupción, la necesidad de mayor igualdad, el apoyo a pobres y desfavorecidos, la eliminación de privilegios de la alta burocracia y hasta temas como la venta del avión presidencial, la renuncia a … Leer más

Una parte de las ideas del presidente Andrés Manuel López Obrador son buenas y el país las estaba esperando: el no a la corrupción, la necesidad de mayor igualdad, el apoyo a pobres y desfavorecidos, la eliminación de privilegios de la alta burocracia y hasta temas como la venta del avión presidencial, la renuncia a vivir en Los Pinos y el adelgazamiento de la burocracia.

Es verdad que el país exigía un cambio; es verdad que la sociedad está harta de como están las cosas, en especial en temas como la corrupción y la inseguridad.

Pero cuando esas buenas ideas que se escucharon, se completan con tesis para dar, dar y dar, subsidiar, inventar obras lejos de criterios técnicos, sembrar dudas sobre el equilibrio presupuestal y el manejo macroeconómico, lo que se hace es dar un salto a un pasado en el que ya se demostró que esas ideas, en lugar de resolver problemas los crean.

El diagnóstico que presentó el Presidente de la República está equivocado en temas torales. Por ejemplo, ese largo recorrido sobre los males del neoliberalismo, incluyendo la diabetes, ignora que en México no hubo un sistema neoliberal sino en algunos destellos y que en el país lo que ha habido es un mercantilismo que en cristiano es un capitalismo de cuates y que debe ser eliminado.

La propuesta de López Obrador es reeemplazar ese capitalismo de cuates por un capitalismo de Estado
México ya vivió y pagó el alto costo de un Estado que se ocupaba de todo y que, en realidad, fracasó en todo.

A estas alturas, el Presidente de la República apunta el regreso a un Estado que se volverá productor de petróleo y gasolinas; que creará universidades, que controlará los precios de los granos, que sembrará árboles y que, en fin, se ocupará de todo lo que se necesita para que la economía crezca y ese crecimiento se distribuya con mayor justicia, para que no haya corrupción, para que haya seguridad y para que los mexicanos seamos un pueblo feliz.

La realidad será diferente. El paraíso que promete el Presidente de la República, por desgracia no aparecerá.

Pero lo que sí puede aparecer es una tragedia económica cuando el presupuesto no alcance, cuando los mercados no crean en las promesas de certidumbre y la inversión decida buscar países donde regímenes democráticos con economías de libre mercado ofrezcan certeza jurídica y posibilidades de mejores rendimientos y cuando los precios de garantía sobre los productos del campo se conviertan en desabasto.

Y también iremos a una tragedia educativa en la medida que la reforma educativa sea un acuerdo con las cúpulas sindicales para que vuelvan a manejar el sector y cuando las nuevas 100 universidades ofrezcan lo mismo que la caricatura de centro educativo que es la Universidad de la Ciudad de México creada por López Obrador.

Lo peor de todo será la más grande promesa, de combatir la corrupción, tarea que parece imposible porque se observa que ya están puestos muchos perros para cuidar la carne. 

El deseo de todos es que el gobierno sea eficiente porque eso se refleja en el nivel de vida de la población en general; por desgracia, las malas ideas no generan los buenos resultados.

Hasta el próximo lunes y mientras, no deje de seguirme en mi página de FB, Perspectivas de Luis Enrique Mercad

Imagen Zacatecas – Luis Enrique Mercado




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