El diario de un viajero

En los primeros años de la década de los cincuenta del siglo anterior, la ciudad de Fresnillo empezó a sacudirse de la predominante inercia impuesta por la ineptitud y poca visión de los gobernantes en turno. De ello un viajero en su diario describe el panorama que observó al circular con su vehículo por las … Leer más

En los primeros años de la década de los cincuenta del siglo anterior, la ciudad de Fresnillo empezó a sacudirse de la predominante inercia impuesta por la ineptitud y poca visión de los gobernantes en turno.

De ello un viajero en su diario describe el panorama que observó al circular con su vehículo por las arterias urbanas que se convirtieron en el paso de la naciente Carretera panamericana.

Para empezar, afirma que la famosa carretera no pasaría por el centro de la población minera. El   trazo de sus calles lo impedía. Esta vía de comunicación terrestre que cruzaría toda la República desde Chiapas hasta Ciudad Juárez, al llegar a El Mineral continuaría por un trazo técnico-vial apegado al proyecto. Este sería: lo que en el presente es tránsito pesado, pasando en las inmediaciones del panteón Santa Teresa, enfilar por Hombres Ilustres hasta llegar a un punto determinado colindante con el Estadio Cuauhtémoc norte.

En aquellos lejanos días, esta población era sumamente conocida por su minería, ganadería, agricultura y comercio. Un punto estratégico para viajeros que pasaban por este lugar rumbo al norte y entroncar con otras vías de comunicación hacia el Golfo y Pacífico. Era el paso natural del norte al centro del país y principalmente a la ciudad de México.

El viajero procede de la capital del país y narra su arribo a El Mineral. Su crónica se rescata y en esta ocasión la compartimos con usted. En principio se sorprende del gigantesco promontorio de residuos minerales conocido como Los Jales, enseguida el sobresalto al sufrir su vehículo desperfectos mecánicos al encontrarse a su paso las vías del ferrocarril.

Al seguir su camino llega a una curva sin peralte, es la entrada a Fresnillo. Al otear hacia el oriente le llama la atención una finca que en su tiempo fuera la Quinta Natera, una lujosa construcción que se encontraba al oriente de la gasolinera (Hidalgo).

En su transitar cruza un profundo vado y más adelante surgen los contrastes urbanos. Sobresale la casa de un llamativo y atractivo estilo arquitectónico que es propiedad del Sr. Salomón Rivera (La Casa Victoriana).

Circulando con su auto por la calle Maestranza (García Salinas) pasa por la Escuela Evolución que desde cualquier punto sobresalía, destacaba su estilo arquitectónico que la definía como un plantel especial para niñas con su auditorio propio, en la acera sur se destaca la finca del Hotel Casablanca y al llegar a la esquina de la ahora Belisario Domínguez, la empresa fresnillense Transportes Zacatecanos cuya concesión comprendía la ruta México-Ciudad Juárez.

Más adelante llega hasta Los Portales Lizaola y detiene su vehículo para observar el movimiento comercial típico de los pueblos de México.

Al llegar a la Avenida Hidalgo vierte elogios por su imagen urbana. Toda la arteria con pavimento de concreto y al centro un camellón con arbotantes. En la acera oriente de majestuosa presencia el Hemiciclo a Hidalgo le obliga a detener su auto y tomar fotos. Agrega en su diario la limpieza predominante en la arteria.

Luego enfila hacia la calle Alvaro Obregón (Juárez) y vira hacia la izquierda con dificultad por el constante tránsito vehicular por los dos carriles de la calle.

En el siguiente tramo alcanza a ver El Obelisco y al fondo la fachada del Teatro Echeverría. Con interés observa el continuo movimiento en todo tipo de comercios propiedad de extranjeros de diversas nacionalidades. Luego pasa por el lugar que ocupa la Fábrica La Reyna de don Francisco Ramírez y más adelante frente al cine Colonial con su atractivo vestíbulo.

Le llama la atención La Lagunilla y el chapoteo de los pequeños que se arrojan al agua desde las improvisadas embarcaciones y del llamado malecón, mientras que barcazas improvisadas o chinampas llevando a bordo a grandes y pequeños navegan por todo el lago. En la rivera innumerables mini comercios con productos variados.

Al dirigirse por lo que en el presente es la calle Sonora, registra que era de un solo carril y que se procedía a su ampliación.

Ya para volver a reiniciar su camino le llama la atención el Estadio Cuauhtémoc, construcción de la cual expresa que en todo su recorrer por el país no se había encontrado con nada semejante.

Un anuncio a un lado de la carpeta asfáltica indica que Durango se encuentra a 220 kilómetros hacia el norte. Reanuda la marcha de su unidad motriz y al pasar por donde en el presente se encuentran las instalaciones de Torres Corporativo se topa con otras vías ferroviarias. Estas desaparecieron poco después, servían para el trole que hacia sus recorridos del Tiro Saraos a la Mina de Plateros.

Lo anterior es un breve resumen del pasado. En el presente solo recuerdos. ¿Buenos o malos?

Imagen Zacatecas – Carlos López Gámez