Doña Guillermina demuestra que las mujeres también pueden

Fotos: Ángel Martínez
Fotos: Ángel Martínez

La fresnillense empezó en este oficio cuando estaba chamaca, pues sus padres se dedicaban a hacer chicharrones, los que ayudaban a la economía de su casa

FRESNILLO.- Con la frase “lo llevo en la sangre”, así platicó con mucho orgullo doña Guillermina Robles del Real de la actividad que le gusta hacer desde que era pequeña: el comercio.

La fresnillense empezó en este oficio cuando estaba chamaca, pues sus padres se dedicaban a hacer chicharrones, los que ayudaban a la economía de su casa.

Como su papá y mamá querían que tuviera más herramientas para defenderse en la vida, la mandaron a estudiar y eligió la contaduría.
Sin embargo, el destino llevó a doña Guillermina a sus orígenes y desde que se divorció se dedicó al comercio de lleno, pues “uno como mujer no está tan fácil.”

Entonces después de que se separó de su anterior pareja, la fresnillense no quiso que otra persona mandara en su vida así que se aventuró a poner su puesto y andar en los tianguis.

De esta manera, encontramos a doña Guillermina en su local, donde ofrece chicharrones y también nos invitó a conocer su puesto que pone los domingos y lunes a los tianguis de la Indeco y de la calle Duranguito, respectivamente.

Foto: Ángel Martínez

Expande el changarro

Doña Guillermina además de ofrecer sus deliciosos chicharrones vio algunas de las necesidades que se presentan con los clientes y por ello decidió ofrecer todo tipo de producto de abarrote.

En los tianguis la podemos ver rodeada de papel higiénico y aluminio, enlatados como chiles, verduras y elotes. Además no pueden faltar las galletas que enamora a más de un niño.

También tiene el huevo de la más alta calidad, azúcar, aceite, jabón, los tradicionales refresquitos, que se pueden poner en el congelador y ya tenemos un hielito, entre otros artículos de primera necesidad.

‘Al que madruga, Dios le ayuda’

Para acudir a los tianguis, doña Guillermina se prepara para irse a trabajar desde las 5 de la mañana y finaliza su trabajo a las 6 de la tarde.

Para trasladarse a su lugar de trabajo se apoya de sus hijas, quienes ayudan a colocar o en su caso desmontar su puesto. La fresnillense reconoció que no es sencillo dedicarse a la venta de algún artículo, porque se tienen temporadas altas y bajas; una de ellas espera que sea la próxima temporada decembrina.

Para este tiempo ofrece todo aquello que se necesite para los ponches, tamales, pozole y por ello está preparada. Aunque lo más solicitado en diciembre son las galletas y el azúcar; mientras que en temporada de calor cambia la petición de los clientes y doña Guillermina también se renueva.

Sin embargo, sabe que en enero las ventas decaerán, pues andan todos “muy gastados” y la cuesta suele costar. Afirmó sentirse contenta de continuar con lo que le enseñaron sus padres desde que era una niña: productos de buena calidad traerán clientes, quienes verán lo bueno y lo recomiendan.




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