El pueblo gobernado por una sola persona y un solo criterio vive no en una democracia, sino en una monarquía.

El presumido espera un trato que aún no merece, suele abusar no sólo de la distorsión de la realidad, sino también del uso de la autoridad que se le concede.

Fresnillo es potencia económica sustentada en su gente madrugadora, generosa y franca.

Nuestros escenarios son tianguis, plazas y escuelas. Nuestro auditorio son niñas, niños y adolescentes. También papás y docentes.

El manejo de la grilla en el centro laboral es más fuerte que el estereotipo de la o el “godínez”.

La persona resentida decide, una y otra vez, flaquear y debilitarse. Aunque ostente el poder, no lo asume enteramente, pues su prioridad es ajustar cuentas o lastimarse con su propia cerrazón.

Gracias a ellas se difunde la luz de la razón, lo escolar se vuelve extraescolar: no fijo a un horario ni a un plantel.

Quienes hemos sido vistos por debajo del hombro de quienes detentan el poder nos aferramos a cualquier oportunidad, así sea la menor de todas.

De algún modo, sí estábamos conscientes de que, aún con mucha tecnología, el agua potable como recurso podría escasear.

Somos una comunidad, compartimos un lugar, un gobierno, un entorno.