Insistencia y confianza

Impresiona la claridad con la que Jesús enseña al discípulo a orar. No es otra clase más… Jerusalén está casi a la vista… Los acontecimientos por venir llaman con urgencia a la acción de la oración. “Para enseñar a sus discípulos  la necesidad de orar siempre y sin desfallecer…” proclama el evangelista. La acción pedagógica … Leer más

Impresiona la claridad con la que Jesús enseña al discípulo a orar. No es otra clase más… Jerusalén está casi a la vista… Los acontecimientos por venir llaman con urgencia a la acción de la oración. “Para enseñar a sus discípulos  la necesidad de orar siempre y sin desfallecer…” proclama el evangelista. La acción pedagógica de Jesús acontece a través de una parábola.

¿Por qué la insistencia de Jesús? ¿Por qué el ingrediente fundamental de la confianza? No es la primera vez que Jesús enseña a orar. Es más, Jesús el buen Maestro, es un hombre de oración. Los alumnos –los aventajados y los que no- saben de qué se trata porque lo han visto muchas veces. En efecto, Jesús ora en momentos clave de su vida: en el bautismo, antes de llamar a los 12, en situaciones de conflicto, antes de tomar decisiones, en momentos de amargura y oscuridad… Pero esto no es suficiente para el aprendizaje de los discípulos. Faltan algunas lecciones antes de llegar a la cumbre del Gólgota y de quitar la piedra del sepulcro. El domingo próximo escucharemos otra catequesis sobre la oración.

La lección del domingo pasado es “cómo” orar: con insistencia y sin desfallecer; con confianza a prueba de esperas. No son recetas, ni manuales para aprender a orar en un día. Para Jesús orar es vital; para el alumno/discípulo debe serlo también en cualquier circunstancia de la vida. Para Jesús orar es un acontecimiento de salvación que se da en el encuentro con su Padre; para el discípulo debe serlo también, siempre.

El modo de orar ya es oración porque es acontecimiento de salvación. No se pueden separar. El ejemplo de la parábola que escuchamos es claro: Dios Padre es bueno y justo con todos sus hijos. El ejemplo de la viuda irradia necesidad, atrevimiento y constancia.

Aprender a orar y orar en este tiempo “rápido y violento” tiene grandes dosis de dificultad. La insistencia, la perseverancia, la confianza son actitudes no bien comprendidas y aceptadas. Si tenemos una necesidad buscamos soluciones rápidas: llamamos al 911, vamos a urgencias, pedimos una inyección, tomamos una pastilla de acción rápida… En cambio, el amor, la justicia, la solidaridad, la compasión, la misericordia son realidades asentadas sobre la confianza. Necesitan de la insistencia, la perseverancia, la espera paciente… de la fe en Dios Padre siempre justo y misericordioso.

La lección de Jesús “insiste” en la confianza, la justicia, la bondad. Insistir y confiar es una forma de creer en aquel a quien nos dirigimos. Orar siempre y sin desfallecer debe ser un acontecimiento de salvación. A Dios no le molesta la insistencia de sus hijos porque en esa insistencia se entrelazan la necesidad y la fe. Dios siempre escucha, atiende, sale al encuentro. Esta fe es difícil encontrar en este mundo: “…Cuando venga el Hijo del hombre, ¿creen que encontrará fe sobre la tierra?”.

Hoy, Domingo Mundial de las Misiones (DOMUND), la Iglesia ora con insistencia y confianza.

Los bendigo con fe insistente y confiada.




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