El derecho a usar armas

Jaime Santoyo Castro.
Jaime Santoyo Castro.

Aún con el incremento de la violencia no debemos perder la prudencia y la razón. Pretender que podamos usar armas en espacios públicos es propiciar que los ciudadanos hagamos justicia por propia mano.

El artículo 10 constitucional establece que: “Los habitantes de los Estados Unidos Mexicanos tienen derecho a poseer armas en su domicilio, para su seguridad y legítima defensa…” y deja a la ley secundaria la misión de determinar los casos, condiciones, requisitos y lugares en que se podrá autorizar a los habitantes la portación de armas.

La Ley Federal de Armas de Fuego y Explosivos, en sus artículos 15 y 16, limitó el ejercicio de éste derecho a un sólo domicilio, y el artículo 9º del Reglamento de esta ley, expresamente hace referencia al lugar de residencia permanente o donde se habite, al referirse al domicilio.

En el noveno párrafo del artículo 21 de la carta magna establece que: “la seguridad pública es una función del Estado a cargo de la Federación, las entidades federativas y los Municipios, cuyos fines son salvaguardar la vida, las libertades, la integridad y el patrimonio de las personas, así como contribuir a la generación y preservación del orden público y la paz social.

Deja claro el texto constitucional que la seguridad pública es función de la autoridad y corresponde a los particulares su seguridad y defensa legítima en el ámbito más privado, que es su domicilio.

Sin embargo, el legislador ordinario, al definir el domicilio, lo acotó  a la morada, sin considerar que los habitantes pueden tener otro domicilio, como lo puede ser el del negocio, donde incluso el riesgo pudiera ser más grande y de igual o mayor dimensión la necesidad de usar armas para su seguridad y defensa.  

En estricto sentido, los riesgos de la inseguridad se hacen presentes en el ámbito privado y público de los habitantes. El privado es su casa o su negocio, en donde la ley debe permitir que hagamos uso de armas para nuestra defensa, aunque debemos reconocer que la mayoría de los habitantes no estamos capacitados para el uso y manejo de armas, mismas que debemos tener a buen resguardo por la tentación que causa a los niños, pero no en los espacios  públicos, porque ahí la seguridad pública del Estado está a cargo,

Aún con el incremento de la violencia no debemos perder la prudencia y la razón. Pretender que podamos usar armas en espacios públicos es propiciar que los ciudadanos hagamos justicia por propia mano, lo cual rompería el estado de derecho.




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