Justicia de verdad

José Luis Guardado Tiscareño.
José Luis Guardado Tiscareño.

Durante los últimos días la pandemia por Covid-19 ha empezado a ser desplazada de la agenda pública y los medios de comunicación para darle lugar al proceso judicial que se encuentra en curso en contra Emilio Lozoya, quien fuera director de Pemex durante el gobierno de Enrique Peña Nieto. El exfuncionario es acusado por los … Leer más

Durante los últimos días la pandemia por Covid-19 ha empezado a ser desplazada de la agenda pública y los medios de comunicación para darle lugar al proceso judicial que se encuentra en curso en contra Emilio Lozoya, quien fuera director de Pemex durante el gobierno de Enrique Peña Nieto. El exfuncionario es acusado por los delitos de operaciones con recursos de procedencia ilícita, asociación delictuosa y cohecho; es señalado por ser partícipe de actos de corrupción relacionados con la empresa Odebrecht, entre otros señalamientos que le valieron ya una inhabilitación para el ejercicio de la función pública por 10 años.

Luego de su aprensión en España y su posterior extradición, surgen en el imaginario político nacional por lo menos dos versiones del trasfondo de este caso. Sin duda, la primera de ellas deja ver la urgente necesidad de justicia ante casos de corrupción de altos funcionarios, que hasta el momento se han caracterizado por quedar impunes, y en segundo lugar, la posibilidad ante las características mediáticas que se han implementado, como una persecución política con fines de distracción a los problemas que atraviesa el país y la intencionalidad de incidir en la popularidad del presidente.

A pesar de los discursos presidencialistas que presumen un cambio de régimen y de conductas que en el pasado caracterizaba, sobre todo a los gobiernos priistas, hoy pareciera que siguen implementándose estrategias tan nefastas como ridículas, pero en ocasiones sumamente eficaces como las llamadas “cortinas de humo”; en medio de la peor pandemia que la humanidad ha afrontado en los últimos años, donde sus consecuencias sociales y económicas han sido desastrosas, dejando entrever errores en la estrategia y en las acciones del gobierno, por lo que se ha optado por utilizar temas como el descrito o incluso absurdidades como la rifa del avión presidencial.

Estas estrategias, aunque para muchos expertos en política pudieran ser recomendables y eficientes para el manejo de crisis, lo cierto es que no dejan de ser prácticas nefastas y sumamente cuestionables, sobretodo en gobiernos que presumen de ser honestos y diferentes, donde la propaganda es recriminar estas mismas acciones en los gobiernos del pasado y negándolas en el presente, a pesar de la obviedad de la realidad.

Sin embargo, el caso Lozoya y sus últimas declaraciones donde se denuncia a personajes como Videgaray y al mismo Peña Nieto cumplen con las características propias de convertirse en una cortina de humo más, pues la misma exhibición pública del caso y de sus implicados pudiera poner en controversia el debido proceso judicial, manteniendo y reproduciendo los vicios del pasado, donde lo político se sobrepone a lo legal y lo mediático a la debida procuración de justicia.

Es importante señalar que la sociedad mexicana está deseosa de que se aclare y en el caso de que se comprueben los señalamientos en torno a todos los casos de corrupción que giran sobre Lozoya se castiguen, pero también es necesario transitar a una nueva forma de gobernar, donde las cortinas de humo o las cajas chinas ya no sean utilizadas para distraer la atención y jugar con la inteligencia del mexicano.

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