Sin inversión privada no habrá reactivación

Luis Enrique Mercado.
Luis Enrique Mercado.

La recesión suave en que entró la economía mexicana en 2019 con una caída del menos 0.1% del PIB, se profundizará este año debido al Covid-19 hasta, cuando menos, un menos 5 por ciento. Salir de esta enorme recesión exigirá de este gobierno un verdadero golpe de timón, que muchos dudamos esté dispuesto a dar … Leer más

La recesión suave en que entró la economía mexicana en 2019 con una caída del menos 0.1% del PIB, se profundizará este año debido al Covid-19 hasta, cuando menos, un menos 5 por ciento.

Salir de esta enorme recesión exigirá de este gobierno un verdadero golpe de timón, que muchos dudamos esté dispuesto a dar y que, en esencia, consiste en reactivar la inversión privada.

La economía cayó en recesión mucho antes de que apareciera el Covid-19, cuando la filosofía del nuevo gobierno se dedicó a golpear a la inversión de los particulares.

A la cancelación del NAIM se sumó el cambio de reglas para las empresas constructoras de los gasoductos; luego, se canceló la tercera ronda para la compra de Certificados de Energía Limpia; se cancelaron las rondas para que la inversión privada entrara a la exploración y explotación de petróleo; enseguida, cancelaron y cerraron la puerta a la inversión privada en proyectos carreteros; expidieron leyes para eliminar el dominio en bienes inmuebles y se apretaron las leyes para equiparar a delito acciones de negocios legales y, apenas hace unos días, se sometió a votación la inversión privada más grande que se había realizado en Baja California.

Gracias a toda esta filosofía de la 4T, la inversión privada, que representa el 80% del total, se cayó 3.5% el año pasado, la realizada en construcción disminuyó 5% y la de maquinaria y equipo, 8.9%.

La inversión pública prácticamente desapareció, absorbida por tres proyectos presidenciales, Dos Bocas, Tren Maya y Santa Lucía, así como los programas sociales.

Está claro a estas alturas del partido, que el gobierno no tiene margen de maniobra en sus finanzas. Con el desplome en los ingresos petroleros y tributarios poco se le puede exigir. ¿De dónde otorga estímulos fiscales? ¿De dónde aumenta la inversión pública en infraestructura?

Por eso, la única alternativa real es estimular la inversión privada, como motor de la recuperación.

Pero eso exige un cambio radical de pensamiento de este gobierno.

¿Habrá disposición para otorgar algunos grandes proyectos carreteros a la inversión privada? ¿O estarán dispuestos a reactivar las rondas petroleras y las subastas de energía limpia? ¿O habrá una especie de promesa para no cambiar las reglas y no expedir leyes contra los derechos de propiedad? ¿O darán marcha atrás y dejarán de abrazar al crimen organizado y lo combatirán en serio?

Estos son algunos de los sine qua non para que la economía mexicana frene la recesión y entre en fase de recuperación.

Si no se hace, el peligro es que entremos en una caída en espiral sin fondo visible, con una generación de pobres similar a la que vivimos en los 70s 80s y principios de los 90s y que no se detuvieron hasta que los gobiernos entendieron que la ortodoxia económica y la inversión privada nacional y extranjera son indispensables para que la economía empiece a crecer.

El 2% promedio anual de crecimiento de los últimos 30 años no fue una maravilla, pero fue crecimiento continuado, a fin de cuentas.

El crecimiento prometido por AMLO ya quedó sepultado por la realidad; pero, cuando menos, volvamos a crecer a 2%.

*Twitter @jerezano52.




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