Nobleza

Juan Carlos Ramos León.
Juan Carlos Ramos León.

El hacer distinciones entre unos y otros es una condición que difícilmente va a cambiar en los seres humanos. Siempre nos hemos etiquetado por una cosa o por otra, y para bien o para mal, lo seguiremos haciendo. Así es que siempre habrá buenos y malos, agradables y desagradables, listos y tontos, condiciones que serán … Leer más

El hacer distinciones entre unos y otros es una condición que difícilmente va a cambiar en los seres humanos. Siempre nos hemos etiquetado por una cosa o por otra, y para bien o para mal, lo seguiremos haciendo. Así es que siempre habrá buenos y malos, agradables y desagradables, listos y tontos, condiciones que serán determinadas con base en nuestro actuar. Si alguien hace el bien de manera constante podrá ser considerado como “bueno”, aunque se equivoque un par de veces. No son actos aislados los que definen a una persona, sino la repetición constante de estos.

En el pasado, los grandes señores feudales y los reyes o emperadores solían premiar a sus más allegados bajo la premisa de haber servido bien a su patria. Esos premios les concedían un título, además de territorios y privilegios, además les permitían heredárselos a sus descendientes (fueran estos dignos de merecerlos o no). Así se hacía una especie de distinción entre un noble de quien no lo era. Y la categoría de “noble” hace referencia a ser distinguido entre los demás por sus virtudes o conductas intachables. En estricto sentido una persona noble es una persona generosa, virtuosa, ilustre, honorable; es decir, alguien que verdaderamente destaca y que llega a ser considerada como un ejemplo para el resto.

Está claro que, un título nobiliario concedido a alguien que quizás, por una conducta intachable era meritorio de este, al poder ser heredado a sus descendientes, tarde o temprano caería en manos de quien sin merecerlo podría seguir ostentándolo. Y así concluimos que la etiqueta (o el título) no hace a la persona. Son, en efecto, sus actos los que la definen y así no hay título nobiliario de mayor rango que pueda concederse a un ser humano que, propiamente, el de ser una persona “noble”.

Y, ¿qué hace a una persona noble? Un buen corazón que se percibe en su actuar: desprendida, siempre al servicio de los demás, tolerante, que sabe escuchar y dar la mano después, justa pero misericordiosa también y totalmente coherente entre lo que piensa y hace.

¿Usted se considera noble?

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