Miedo

Juan Carlos Ramos León.
Juan Carlos Ramos León.

El miedo no es, ciertamente, una sensación que nos agrade. Es, de hecho, nuestra reacción natural ante aquello que desconocemos.

El miedo no es, ciertamente, una sensación que nos agrade. Es, de hecho, nuestra reacción natural ante aquello que desconocemos. Es toda situación que pone a prueba la propia seguridad. El no saber qué pasará después de la crisis, el toparnos frente a frente con lo desconocido, ante lo cual sencillamente no sabemos cómo actuar. Sin embargo, puede tratarse del umbral hacia algo mejor.

¿Cuántas veces no le ha pasado a usted, que, después de atravesar por una especie de penumbra se dice a sí mismo “después de todo no estuvo tan mal” o “valió la pena”? Y es que, ya estando del otro lado, las cosas parecen más fáciles.

También el miedo se presenta cuando, después de mucho analizarlo nos percatamos de que lo que estamos por enfrentar se escapa por completo de nuestro control, se nos va de las manos. Y, volvemos a lo mismo, es nuestra propia inseguridad la que se asoma a recomendarnos “mejor corre”. Y, es verdad, hay veces que debemos de adoptar la postura de “más vale que digan aquí corrió que aquí quedó”. Lo difícil es saber cuando es el mejor tiempo para hacerlo.

Una atenuante a esta indeseable sensación de miedo es la compañía. Y por eso, cuando nos decidimos a enfrentar aquello, siempre buscamos uno o más cómplices. Tal vez no porque sean más fuertes o menos miedosos que nosotros, sino porque sencillamente dejamos de sentirnos solos y eso es ya un gran avance.

Solos. Esa es la clave. Ante una situación desconocida voltear a todos lados y no encontrar a nadie. Nos hace darnos cuenta de nuestra debilidad, de nuestra vulnerabilidad, y de cuánto bien nos vendría el balancear nuestras fuerzas con las de otros que, si bien ya dijimos, no necesariamente son más fuertes que nosotros, sí nos complementan de alguna manera.

La vida es un constante encontrarse con lo desconocido. Tratar de atravesar por aquello tomando de aquí y de allá las lecciones que la vida nos ha dado e improvisando otro tanto. Pero el caso es que “se hace camino al andar” y el miedo es una sensación que, de forma inevitable tendremos que enfrentar una y otra y otra vez. Pero, ante el miedo, esperanza. Esperanza a que todo irá bien. El miedo será sólo un momento, más o menos largo, pero pasará. Y lo bueno prevalecerá. No debe de sacársele la vuelta a lo que viene por miedo porque esto nos hará regresar entonces a aquel reducido espacio en el que todo está controlado pero que es como una “jaula de oro”. Debemos de aferrarnos a la certeza de que, del otro lado está la magia, está una condición de vida mejor.

Dicen por ahí: “no tengas miedo, pero si lo tienes, hazlo con miedo”. El miedo es un mal consejero, no siempre tiene la razón. Valore, mida, calcule. Pero atrévase. Si le da miedo es señal de que vale la pena.

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