Mentiras

Juan Carlos Ramos León.
Juan Carlos Ramos León.

Parecería interesante vivir en un lugar en el que no existiera la mentira, ciertamente, pero nuestra naturaleza, herida por la maldad, tiende a acomodar las cosas a nuestra conveniencia.

Me tocó ver una pequeña parte de una película que me resultó un tanto curiosa. Se trata de un señor que llega a vivir en una comunidad que no conoce las mentiras. Él está en bancarrota cuando acude al banco a retirar de ahí los últimos recursos con los que contaba cuando se da cuenta de que puede mentir y todos le creen. Y, aunque ciertamente toma ventaja de aquella situación para salir de sus problemas económicos, también se vale de aquello para “ayudar” a otros. Quede claro que el fin nunca justifica los medios.

Parecería interesante vivir en un lugar en el que no existiera la mentira, ciertamente, pero nuestra naturaleza, herida por la maldad, tiende a acomodar las cosas a nuestra conveniencia, encaminándonos a mentir, a no decir toda la verdad o a tratar de matizarla, todo para sacar ventaja sobre los demás en esta dura carrera de la vida.

Quien ha sido engañado alguna vez sabe lo doloroso que es aquello. Un engaño, pequeño o grande, es una bajeza, una vileza que, desafortunadamente, se ha convertido en una práctica habitual en las relaciones humanas de tal forma que poco nos sorprende ya. Así, no nos extrañe que aquella persona a quien le toleramos una “mentira piadosa” termine por clavarnos un puñal en la espalda en algún momento puesto que quien no es fiel en las cosas pequeñas difícilmente lo será en las grandes -o importantes-.

Vivimos en un mundo en el que la mentira es el eje rector de nuestras conductas. Y eso nos hace esclavos de muchas cosas. Negativas todas. Nos hace esclavos del “qué dirán” ya que nos preocupa tanto lo que los demás opinen de nosotros que somos capaces de fingir que todo está bien para que nadie nos cuestione. Nos hace esclavos del orgullo y la soberbia que siempre nos hacen escondernos detrás de una figura de fortaleza y perfección de quien nunca se equivoca ni comete errores, actitud que nos impide crecer realmente como seres humanos ya que si no se acepta la falla es imposible recibir la ayuda para superarla.

Dice por ahí una frase: “prefiero herirte con la verdad que matarte con la mentira”. Y ese debería de ser el sentido de nuestra conducta siempre. Claro que hay que saber comunicarla, en el momento y de la forma oportunos, pero conducirse siempre con la verdad es de buena cuna. El protagonista de este filme mentía a algunos para hacerlos sentir bien y es que no siempre la verdad es cómoda, hay quien dice que “la verdad no peca, pero incomoda”. Pero es algo que al final siempre se agradece. Así que si por circunstancias de la vida usted y yo nos llegamos a encontrar, por favor condúzcase conmigo siempre con la verdad por delante.

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