Finanzas públicas destruidas

Quien haya sido electo como Presidente de la República en las elecciones de ayer tendrá dos problemas muy complicados que resolver y los dos se refieren a la economía. Por un lado, unas finanzas públicas destruidas por un gasto que ha crecido desaforadamente y unos ingresos caídos y sin posibilidades reales de aumentar, y un … Leer más

Quien haya sido electo como Presidente de la República en las elecciones de ayer tendrá dos problemas muy complicados que resolver y los dos se refieren a la economía.

Por un lado, unas finanzas públicas destruidas por un gasto que ha crecido desaforadamente y unos ingresos caídos y sin posibilidades reales de aumentar, y un Banco de México que ha actuado irresponsablemente y que ha financiado con saliva a un gobierno gastalón.

El gobierno de Enrique Peña Nieto ha sido sumamente irresponsable en el manejo de las finanzas públicas: aumentó excesivamente el gasto, casi duplicó la deuda pública y desplomó la inversión física del gobierno a niveles no vistos en casi 90 años.

El Banco de México, el que manejó Agustín Carstens, renunció a su independencia y financió a un gobierno gastalón igual como lo hacía el Instituto Central durante el Echeverri ato y el Lopezportillismo; es decir, el Banco de México se convirtió en un sirviente que financió al gobierno cada vez que se lo pidieron, cuando su independencia fue precisamente para lo contrario, para no financiar gobiernos irresponsables, para evitar la inflación y para proteger el poder de compra del peso. No hizo ninguna de las tres.

El problema es que todos los candidatos prometieron gastar más.

López Obrador, con subsidios generalizados a los ninis, a los pensionados; con inversiones multimillonarias en infraestructura; Ricardo Anaya, con una pensión universal para todos los mexicanos y José Antonio Meade  quien prometió que tiene programado satisfacer las necesidades de todos los mexicanos.

El único problema es que quien fue electo presidente ayer se encontrará con que la caja no sólo está vacía; hay un montón de vales que hay que pagar.

Los datos son muy claros.

Entre 2012 y 2016 el gasto del gobierno creció casi 20% en términos reales y cada uno de esos años fue más grande que el ingreso, que creció poco más de 20% a pesar de la caída de los ingresos petroleros.

Con el crecimiento del gasto el gobierno tuvo déficit todos los años. Es decir, gastó más de lo que le ingresó. Los déficit no es algo que se quede así sino que hay que cubrirlos y se cubrieron con endeudamiento. A finales de este año la deuda habrá crecido 80%.

Y en 2017 cuando metieron el freno, usaron el freno de mano, bajaron la inversión del gobierno a niveles equivalentes a los que se tenían en México en 1930.
O sea, todo mal.

Y aquí entra el Banco de México, para financiar el exceso de gasto. El Instituto Central aportó al gobierno algo que llama Remanentes de Operación, que no es otra cosa sino el cálculo, en papel, de cuánto ha ganado Banxico por la devaluación del peso. Ojo, es sólo en papel porque para que la ganancia sea real Banxico habría tenido que vender los dólares.

Así, en 2015 le dio al gobierno 31 mil millones de pesos, en 2016 le aportó 239 mil  millones y en 2017, le dio 321 mil millones, de ganancias que no existen, solo son  anotaciones en un balance, con una nota que debiera decir, “esto ganaríamos sin vendemos los dólares”.

Así que en finanzas públicas todo está mal hecho y en Banxico hay una irresponsabilidad que asusta.

Hasta el próximo lunes y mientras, no deje de seguirme en mi página de FB, Perspectivas de Luis Enrique Mercado.

Imagen Zacatecas – Luis Enrique Mercado