Examen de Química

Huberto Meléndez Martínez.
Huberto Meléndez Martínez.

La mayoría de los alumnos necesitaba disponer de más tiempo para estudiar y comprender los temas de mayor dificultad.

A los condiscípulos de la generación de Secundaria 1972-75.

Quedó programado el examen final de Química, para la última fecha del calendario, lo cual representó un sentir diverso, conforme a la personalidad de los estudiantes sujetos a esa prueba.

Afortunada noticia para la mayoría que necesitaba disponer de más tiempo para estudiar y comprender los temas de mayor dificultad.

Determinado número de adolescentes tomó con indiferencia el aviso: los que jamás estudiaban y regularmente obtenían calificación mínima aprobatoria y a veces reprobaban. Unos cuantos tomaron el dato con serenidad: el de los aplicados, pues pocas veces tenían nervios ante notificaciones de esta naturaleza, pues estaban siempre preparados para cualquier evaluación periódica. Esos son los alumnos preferidos de muchos profesores.

Pascual era de los que le gustaba aprovechar esas oportunidades. Atendía los compromisos uno a uno.

“Todavía tenemos chanza de estudiar, ‘cuñado’, empezamos hoy mismo por la tarde” dijo a su primo, el cual nunca supo por qué le decía “cuñado” pues eran familiares, además ninguno de ellos andaba aún en cuestiones de Cupido.

Poniendo manos a la obra, al oscurecer el día quisieron empezar a prepararse, pero recordaron que en el cine pasaban una película con el tema de lucha libre y pospusieron la sesión de estudio para el día siguiente. En esa edad es difícil vencer algunas tentaciones y ellos eran cinéfilos incorregibles.

No debían postergar más, después de almorzar se reunieron en una recámara y con los libros en las manos empezaron.

“Mira, yo aprendo más cuando me hacen preguntas, así que pregúntame algo y  si la contesto bien, me toca preguntarte una y seguimos en esa dinámica. En caso de no saber la respuesta, me la dices y me sigues preguntando”.

Sin mucho convencimiento el primo aceptó la propuesta.

“Venga la primera pregunta” …

“Pues está sencilla, pero de seguro viene en el examen”: ¿Qué es la Química?

El cuestionado contestó con facilidad.

“Sigo yo” … ¿Cuántas y cuáles son las categorías de la tabla periódica de los elementos?

Hubo un silencio largo e incómodo…

  • “Te doy otra oportunidad” … Se hizo otra interrogante y tampoco hubo respuesta …
  • “La verdad no me acuerdo. ¿Qué te parece si damos una media hora para leer. Yo necesito recordar volviendo a repasar” quiso justificar el compañero.

Disgustado, tuvo que aceptar pues advirtió oposición para seguir estudiando con ese método.

Recordaba que habían obtenido un diez en Historia, pero él no estaba seguro sobre el funcionamiento de la misma metodología para esta asignatura, porque por ejemplo, su diez en matemáticas lo obtuvieron realizando ejercicios, resolviendo problemas, aplicando las fórmulas; en Inglés habían repasado vocabulario, conjugando verbos, cantando y traduciendo canciones, …

Pero no sé animó a argumentar todo ello con su compañero porque lo vio molesto. Quizá creyó que no quería estudiar con él o de esa forma.

La falta de carácter, de decisión, la introversión, los titubeos, generalmente dan resultados adversos en una relación de colaboración.

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