Carne cancerígena

Muchas burlas ha recibido la declaración reciente de la Organización Mundial de la Salud (OMS) con relación al potencial cancerígeno de la carnes procesadas y, en menor medida, de las carnes rojas. Seguramente, el vacilón proviene de personas que nunca han padecido cáncer, ni tienen familiares o amigos que hayan sufrido por este devastador mal. … Leer más

Muchas burlas ha recibido la declaración reciente de la Organización Mundial de la Salud (OMS) con relación al potencial cancerígeno de la carnes procesadas y, en menor medida, de las carnes rojas. Seguramente, el vacilón proviene de personas que nunca han padecido cáncer, ni tienen familiares o amigos que hayan sufrido por este devastador mal.

Pero el Estado no puede desentenderse de las alertas que envía la OMS, a través de su Centro Internacional de Investigaciones sobre el Cáncer (CIIC). Mucho menos desacreditar este significativo y riguroso meta-análisis realizado por un grupo de científicos de prestigio. Sobre todo, cuando las cifras oficiales demuestran un crecimiento del porcentaje de males cancerígenos en las zonas donde el consumo de carnes es mayor que en el resto de nuestro país.

Por este motivo, es incomprensible que un funcionario de alto nivel del Instituto Nacional de Cancerología haya intentado deslegitimar el estudio con el consabido recurso de afirmar que el cáncer es multifactorial y no unicausal. Lo que habría que preguntarse es si las demás variables que intervienen en el surgimiento de esta enfermedad tienen niveles aceptables en la población mexicana.

Imagino que no, una prueba es el aumento imparable de la obesidad, la diabetes y los padecimientos asociados al síndrome metabólico, los cuales, por cierto, no pueden resolverse con la pegajosa tonadilla del ¡Chécate, mídete, muévete! Incluso, hace unos días, hemos sido testigos de cómo los lobbys refresqueros chamaquearon a los diputados federales para que rebajaran el impuesto a sus empalagosos e hipercalóricos productos burbujeantes.

Ni siquiera aquí se han dado conatos de rebelión para acabar con la adición de las letales grasas trans a los alimentos procesados. Mientras tanto, el presupuesto para las ruinosas instituciones de la salud pública va sufriendo recortes impresentables que deterioran cotidianamente sus servicios. Así que de aterrorizarse con la noticia, nada, pero sí que el Estado debe tomarse en serio el estudio de la OMS.

Imagen Zacatecas – Miguel G. Ochoa Santos




Más noticias


Contenido Patrocinado