Brasil 

Desconozco las razones que llevaron al gobierno brasileño a someterse a la ignorancia cultural y musical de los organizadores de la FIFA, en la preparación del acto inaugural del Mundial de Futbol. Sobre todo cuando se trata de un país con una rica tradición forjada por la confluencia de distintas civilizaciones. Es impensable que J. … Leer más

Desconozco las razones que llevaron al gobierno brasileño a someterse a la ignorancia cultural y musical de los organizadores de la FIFA, en la preparación del acto inaugural del Mundial de Futbol. Sobre todo cuando se trata de un país con una rica tradición forjada por la confluencia de distintas civilizaciones. Es impensable que J. Lo y Pitbull con sus famélicas tonadillas pudiesen suplantar el canto y las melodías de Elis Regina, Tom Jobin, Vinicius da Moraes, Milton Nascimento, Gilberto Gil, Maria Bethania, Gal Costa, Caetano Veloso y Chico Buarque, entre otros, y de músicos inclasificables como Heitor Villalobos, Baden Powel y Eliane Elías.

El espectáculo fue un rotundo fracaso solo compensado por su brevedad. Por ningún lado se vio la riqueza intangible y artística que ha acumulado la nación carioca a lo largo de la historia suya. En estas ocasiones es cuando el desastre producido por el desaforado apetito económico de empresarios y mercaderes se expresa con total descaro. En lugar de cederle el paso, por ejemplo, a un notable exministro de cultura, como lo fue Gilberto Gil, para que montara un evento digno de un vastísimo patrimonio cultural y artístico, los zafios negociantes eligieron el camino de la diversión insulsa y de una fruición rudimentaria de pieles y cuerpos estéticamente intervenidos por la tecnociencia.

Habría que meterse a la mente de estos señoritos de la nadería para comprender los motivos que les hacen suponer que los espectadores son una caterva de silvestres individuos incapaces de disfrutar obras interesantes, originales y espiritualmente hondas. Estos petrimetes de la globalización son expertos en tomar atajos insospechados y fabricar mercancías endulzadas con una estética derivada de los manuales de autoayuda.

No entienden que las revueltas y malestares del pueblo brasileño no van a conjurarse mediante la aplicación de una retórica refresquera de la felicidad. El futbol es un juego inconmensurable y prodigioso porque ha nacido en la calle, es patrimonio de los que nada o poco tienen. Así que la insolente opulencia de los magnates y el oropel de las estrellas de la farándula solo agregan más leña al fuego.

Hasta en cosas elementales para despresurizar la presión popular falló la izquierda gubernamental. A la corrupción rampante y los ríos de dinero desperdiciados en instalaciones que mañana no tendrán uso ni soporte financiero, los desclasados dirigentes del Partido del Trabajo agregan una ofensa más: la rendición vergonzosa de la cultura brasileña a la anticultura mercantil.

Con todo, el Mundial está desarrollándose futbolísticamente a un nivel extraordinario, haciendo honor al futbol poesía que Brasil ha legado al mundo: el arte del ingenio.

Imagen Zacatecas – Miguel G. Ochoa Santos