Adicción monetaria

Los signos del agotamiento humano son cada vez más ostensibles. No tiene que ver con un declive de las capacidades creativas de la especie, sino con el agobio al que los individuos están sometidos en las sociedades hipermodernas. Mucho se enaltecen los valores de la competencia y la productividad, pero poco se habla del deterioro … Leer más

Los signos del agotamiento humano son cada vez más ostensibles. No tiene que ver con un declive de las capacidades creativas de la especie, sino con el agobio al que los individuos están sometidos en las sociedades hipermodernas. Mucho se enaltecen los valores de la competencia y la productividad, pero poco se habla del deterioro de la calidad de vida que la carrera rampante por la supervivencia económica propicia.

Cada día aumentan de modo alarmante los niveles aceptables de estrés y, por consiguiente, las enfermedades crónicas producidas por la intensa presión que experimentan los ciudadanos en todos las esferas de su vida mundana. Los adictos al éxtasis que proporciona la acumulación de riqueza y poder tienen a la mano los medios para convertir sus pobres expectativas existenciales en discurso hegemónico, en una promesa de bienestar que jamás se consumará para todos los individuos del planeta.

Por ello, las páginas de los diarios y las revistas de la estulticia rebozan de ricachones y famosos de la vacuidad. Su empeño y tesón, nos dicen los expertos de la retórica mediática, los han llevado a ocupar un lugar destacado entre los poseedores del 1% del capital mundial. De ahí que el ciudadano común tenga a la mano una fórmula sencilla para emular a estos personajes de la ficción empresarial: trabajo intenso, ahorro y disciplina.

Según esta receta, a un trabajador afanado le bastaría laborar hasta la extenuación para atesorar un capitalito semilla, destinando un porcentaje exiguo de su aún más modesto salario mínimo. No cabe duda que el canto de las sirenas en versión moderna es una balada cruel y cínica. De hecho, algunos de los potentados de renombre se han percatado de que la desigualdad económica de nuestra era es patente, inocultable y peligrosa para el sistema. En el vecino país del norte, unos cuantos de estos hombres de negocios han llamado a modificar las políticas fiscales del régimen para gravar más la riqueza de los privilegiados, porque lo que pagan hoy es ridículo frente a las cantidades relativamente altas que tributan las clases medias.

Otros patronos proponen aumentar cuando menos al doble el salario mínimo para que los consumidores revitalicen la economía y el crecimiento, mejorando a la vez la calidad de vida de las clases trabajadoras.

Desconozco si la ola orientalista y mística ha calado en serio el espíritu de estos empresarios
multimillonarios. Al parecer algunos, como el cosocio fundador de Amazon, Nick Hanauer, dan muestras de que se han hartado del juego desgastante de la acumulación dineraria; acaso se han curado de una adicción monetaria que al final no los ha convertido en seres felices y plenos.

Miembro del SNI

Imagen Zacatecas – Miguel G. Ochoa Santos